El olvido que seremos

El Olvido que Seremos de Héctor Abad Faciolince.

Este libro -tal vez una novela de no ficción, de pronto una biografía con tintes de novela- se ha vuelto una lectura obligada para todo colombiano, pero no debería serlo. De hecho, ningún libro debería ser una lectura obligada. Lo obligado nos sabe maluco, ¡siempre! Solo hay que ver los resultados tan limitados de los proyectos lectores en los colegios: ¡no obliguen a los pelados a leer, déjelos que escojan! La decisión, el libre albedrío, es siempre importante: compromete a la persona, responsabiliza a la persona.

Por tanto, El Olvido Que Seremos no es una lectura obligada, sino más bien una lectura “firme y enfáticamente recomendada”.

Este libro, de no ficción (más bien de cero ficción), es una ventana a una vida familiar. Es un libro muy personal, demasiado personal, casi un diario. Es un libro dónde el autor quiere sanar, quiere recordar, quiere compartir y hacernos partícipes de algo. En este caso su dolor, su nostalgia, su melancolía, su añoranza. Solo puedo pensar en otro semejante, igual de personal, también escrito por una colombiana: Lo que No Tiene Nombre de Piedad Bonnett. Un libro que ansío leer prontamente.

El libro de Abad Faciolince no es una oda a ninguna corriente política, ni una apología al terrorismo, mucho menos un manifiesto, pero si da una cara muy personal a una realidad que como nación nos ha perseguido siempre: la eliminación del otro, del diferente, del contrario. El sistemático asesinato de líderes. Esa es parte de la realidad de nuestro país.

La familia Abad lo vivió en carne propia.


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