Rosario Tijeras – Jorge Franco Ramos
Bueno, después de esa seguidilla tan importante de extranjeros (del mismo extranjero) ya iba siendo hora de coger algún libro de un connacional, y ¿por qué no un ‘clásico’? Al menos un clásico en lo que a mí se respecta. Uno de esos libros que surgieron en algún momento y que se volvieron parte de la cultura popular.
Rosario Tijeras es un libro que todos, siendo todavía niños y no entendiéndolo del todo, leímos. En nuestra tierna adolescencia, o nuestra incómoda pubertad, todos pasamos por estas páginas; enredándonos entre los vicios, excesos, y besos con sabor a muerte de Rosario Tijeras. Este es un libro muy fácil de leer, la prosa del autor, la fluidez de la historia, las características de los personajes, y, la cercanía de la historia. Habla de Colombia, de Medellín, de fenómenos que en cualquier momento pudieron haber pasado en Medallo en especial en esos años aciagos de los 90, cuando este país estaba hecho un despelote.
Este libro habla de dos sociedades y culturas que corren en paralelo casi sin encontrarse: ricos y pobres. Habla de los niños bien que quieren ser malos. Habla de las niñas de escasos recursos que buscan en un niño bien como un camino de escape. Habla de las pocas posibilidades que tiene una persona joven en este país. Habla de la impunidad. Habla de los excesos de la juventud.
Habla, sobre todo, de las tragas malucas [def. enamoramiento que genera un nudo entre el ombligo y el esternón, perjudicando tanto al corazón como al estómago, por un romance idealizado y no correspondido]
Curiosamente ésta es la primera vez que termino Rosario Tijeras –la película homónima (2005, Emilio Maillé) no la he visto. Era como si no quisiera llegar a leer el final, el desenlace de nuestra historia. También, el parecerme tanto Antonio tiene sus inconvenientes. La indecisión evita hablarle a una mujer, más a ESA mujer. La inseguridad lleva a no querer decir las cosas que se sienten. La cobardía también pospone el terminar un libro…
- “De resto, éramos sólo dos buenos amigos que se abrieron sus vidas para mostrarse cómo eran, dos amigos que, y apenas hoy me doy cuenta, no podían vivir el uno sin el otro, y que de tanto estar juntos se volvieron imprescindibles, y que de tanto quererse como amigos, uno de ellos quiso más de la cuenta, más que lo que la amistad permite, porque para que una amistad perdure todo se admite, menos que alguno la traicione metiéndole amor.”
- “A mí un despecho y unos exámenes parciales me habían alejado por esos días de la rumba que siempre compartía con él. No me era extraño tenerme que encerrar por esas razones, el amor y el estudio siempre me dieron duro.”
- “Siempre he pensado que en el amor no hay parejas, ni triángulos amorosos, sino una fila india, donde uno quiere al que tiene adelante, y éste a su vez al que tiene delante de sí y así sucesivamente, y el que está detrás me quiere a mí y a ése lo quiere el que le sigue en la fila y así sucesivamente, pero siempre queriendo a quien nos da la espalda. Y al último de la fila no lo quiere nadie.”
- “El que calla otorga, y yo tuve que callar. Me dolía reconocerlo pero era cierto. No tuve el coraje para preguntarles cómo se curaba uno de ese hábito, cuál era el tratamiento, dónde, quién me podría ayudar, y pensé que si no existía un lugar que ofreciera algún tipo de terapia, la humanidad estaba en mora de instaurarlo, porque de lo que si estaba seguro es que yo no era el único, somos millones de comemierdas que tenemos que curarnos en silencio o, como nos ha ocurrido tantas veces, morirnos de una sobredosis fecal.”
- “[…] lo digo porque en una de las visitas que le hice por esos días la salvé de una tragedia, o de un susto, porque la mayoría de las veces sólo basta un segundo para que el destino decida si es lo uno o lo otro.”
Me quedé pensando: ¿cuáles serán los clásicos de la literatura colombiana?
Hay dos que sin duda alguna todo mamerto (que solamente ha leído lo que le mandan en el colegio) dirá Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez y La María de Jorge Isaacs. Ante esto yo hago la siguiente réplica: es que acaso en doscientos años de historia nacional, quinientos años de uso de una lengua con alfabeto y más de diez mil años de presencia humana, ¿únicamente han salido dos libros de nuestro territorio? ¡Yo ese cuento no me lo como! Lo único que puede uno ver de ahí es que no sabemos de nosotros mismos…
¿Y qué tal una lista de literatura colombiana? Mejor aún, ¿de libros colombianos?
- Rosario Tijeras
- Jorge Franco Ramos
- 1999
- Editorial Plaza y Janés
- 196 páginas
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