Las Aventuras del Buen Soldado Svejk.

El primer libro que termino después del aniversario.

Las Aventuras del Buen Soldado Svejk del checho Jaroslav Hasek.

Todavía no me defino sobre este libro. No he tomado una decisión sobre el mismo. No sé si me gustó, o no; si estuvo bien, o estuvo mal… Todo por ese final.

Las Aventuras del Buen Soldado Svejk es un libro inconcluso. Tal vez, tanto en los libros como en la vida, haya cosas que no merezcan ser cerradas, ya sea porque pierden su sentido artístico; porque al hacerlo dejan de ser interesantes; o, porque traen devuelta sentimientos que merezcan ser enterrados, muy en lo profundo de nuestro ser; incluso, simplemente porque el cierre fue imposible. Todavía no tengo -y no quiero tampoco tener- una decisión tomada con respecto a si prefiero un libro con cierre, o uno sin cierre.

Si es tan fácil empezar un libro cuya historia arranque en cualquier punto, pues la mayoría lo hacen, con escenas montadas, personajes armados, relaciones en curso, ¿cuál es el lío entonces con que el cierre sea así también? No todos los libros son así del tipo bíblico y lineal con un génesis, desarrollo y apocalipsis; como tampoco lo es la vida nuestra. ¡Pocos lo son!

Es más, a lo largo de nuestra vida nosotros vamos cambiando y olvidando; entonces, no terminamos siendo el mismo personaje durante todo el proceso nacimiento-vida-muerte, sino que somos varios. Al ser varios iniciamos distintas historias en distintos momentos, ¿no? ¿Nos causa eso irritación? No. Nos molesta no conocer toda la historia de las personas que entran en nuestras vidas. No. Entonces, ¿si no hay rollo con los comienzos, ni con la continuidad, cuál es el problema con los cierres? ¿Por qué ese afán por ver el telón bajar? ¿Será que es algo cultural, que nos ha sido enseñado? Mi sospecha va por ese lado.

Si somos capaces de enfrentar sin lío alguno los comienzos mientras van andando, podríamos teóricamente encarar el no cierre. Pero, una idea: la vaina con los comienzos en marcha es que estos son en sí mismos comienzos; no el comienzo ideal, pero sí un comienzo. ¿Quién decide entonces que ahí hubo un final? No lo fue la situación, ella no tiene decisión, está en nosotros determinar dónde va un final o si algo es un final. También está la potestad de no reconocer un final, y quedarnos así atados a una relación, espacio, cultura, contexto, recuerdo. Entonces, un comienzo lo es por sí mismo; mientras que un final depende de nuestra voluntad. Interesante.

En este caso no vino con la voluntad de nadie, el autor falleció sin haber dado por concluido su proyecto. Falleció durante la postguerra, en el periodo entre guerras. En un Estado distinto a aquel que lo vio nacer. Su libro presenta como no ficción eventos que a él le sucedieron, o de los cuáles supo. Y, según cuenta la leyenda, hay casos dónde los nombres de los implicados ni siquiera cambiaron.

Volviendo al loco, al idiota, al imbécil, de Svejk, el ordenanza de compañía Svejk. Sigo con ese libro entre oreja y oreja y detrás de mis cejas, dando vueltas, yendo y viniendo. El desenlace del libro no es lo que me trae mayor curiosidad; de hecho, no me parece casi relevante, sí, es triste que suceda en el momento en el que lo hace, que la historia quede cortada ahí es, por decirlo cotidianamente: una mamera. Justo cuando comenzaba la acción y podríamos empezar a ver el alcance de la estupidez de Svejk en un contexto tan delicado.

Creo que ahí está, ése es el sentido del libro: un cretino en la guerra, un payaso en la guerra, alguien que permite cambiar el foco de atención viéndose tan inofensivo que las personas a su alrededor se tranquilizan y dejan salir su verdadera esencia. ¡Un cretino para desenmascarar otros cretinos! Con Svejk se ve claramente que la guerra es la imbecilidad.

Más que la imbecilidad de Svejk, en esta novela se fija uno permanentemente en quienes la dirigen, fomentan, promueven, ensalzan, endiosan guerra -militares, políticos, periodistas- que van a la guerra, sin estar del todo metidos en ella. Que la visitan, pero no se quedan a dormir. Esos son los verdaderos idiotas, aquellos que llevan a cientos, a miles, a decenas de miles y tal vez a millones a pelear las peleas que ellos no se quieren echar.

Es de hombres resolver una querella sin necesidad de recurrir a la violencia; es de políticos resolver una controversia mandando a otros a ejercer la violencia. ¿Cuándo entenderemos que está en nuestras manos el ponerle un alto al conflicto y que nosotros todos hacemos parte de una misma humanidad?

No importa la buena cara que le ponga este idiota a ese tema, la guerra sigue siendo el peor flagelo de la raza humana, y no hay nada que hacer al respecto.

Bibliografía:

  • Las Aventuras del Buen Soldado Svejk
  • Jaroslav Hasek
  • De Bolsillo
  • 726 páginas

Sin duda un personaje simpático ese Svejk.


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