One Man’s Wilderness – Sam Keith

One Man’s Wilderness – Sam Keith.

Este libro no es, ni nunca, fue mío. Deseé robarlo cada segundo que lo tuve. El libro llegó en una caja, entre chocolates y postales, de parte de un padre y una madre que extrañaban a su hija y querían mostrar su apoyo a un estilo de vida singular. Ella la recibió en ese autobus amarillo, después de 25 días en el desierto, sin ver a nadie más que esas 10 personas. Esa es una historia de cooperación y crecimiento, no una de supervivencia y autodisciplina. En lo único que se podrían parecer esa historia con la de Dick es en la fascinación por el mundo natural.

“Somehow I never seem to tire of just standing and looking down the lake or up at the mountains in the evening even if it is cold. If this is the way folks feel inside a church, I can understand why they go.” (p. 182)

Sabiendo que teníamos buenas millas que recorrer, pensé que sería una buena idea hojear este libro. Comencé mirando las fotografías, recordando la dicha que me traía en mi infancia el tener un libro con dibujitos. Luego, leyendo las anotaciones en cada una de esas imágenes, me atreví a leer una que otra entrada. No tarde mucho en leer la introducción, los primeros días… Ésa es una sensación especial, que debería tener una palabra propia, es algo que comparten todos mis amigos que leen constantemente -y quienes no lo hacen lo confiezan con uno que otro libro. Es una suerte de hipnosis, de agudeza, de creciente imaginación, es caer dentro.

Este libro de inmediato dió de qué hablar. Quienes me veían con él, leyendo al alba y a la caída del sol, preguntaban, hojeaban y pedían entrar en la fila. Algunos interesados en Alaska miraban las fotos embelezados. Otros, amantes del wilderness americano querían hablar de parques y territorios. Hubo quienes querían aventuras, Dick no era sino una fuente de inspiración para todos.

Por otra parte, hubo quienes ya lo habían leído y tenían una opinión formada sobre el mismo. Con estas personas discutí de la masculinidad que allí se presenta: “I don’t think a man knows what he can actually do until he is challenged.” (p. 251) También hablamos de qué significa el libro para la idea/mito del ciudadano americano individualista -“vende [Proenneke] la idea que podemos ser solos, cuando todos somos parte de un todo interdependiente, incluso él” dijo esa persona.

Sin embargo, hubo conversaciones que no se dieron: nunca hablamos de la naturaleza que allí se presenta, de lo peligrosa que puede ser esa idea de una naturaleza prístina, intocada, ausente de humanos. ¿Por qué peligrosa? Porque sí esa es la única que vale la pena cuidar, no hay naturaleza que cuidar. Lo importante no es crear espacios separados -uno humano frente a uno no-humano- sino más bien trabajar por algo dónde la coexistencia sea una realidad.

“I wonder how many things in the average American home could be eliminated if the question were asked, ‘Must I really have this?’” (p. 249).

Tampoco hablamos del estilo de vida que Richard promulga, una vida más simple tal vez. Dónde las personas se conecten con su comida. Con su alrededor. Esto daría pie a un modo de pensar tal vez más ético. Una conversación de este estilo la intenté llevar a cabo en múltiples ocasiones, no funcionó.

Un libro que no me perteneció nunca, pero me atrapó, un libro que despertó la curiosidad de muchos e invitó a conversaciones reflexivas con otros, un libro que empieza con esas palabras de Robert W. Service “I know that it’s safer up there”. Un libro que desde que leí he estado buscando y que algún día estará en mi biblioteca.

  • Guess a man needs an upset now and then to remind him that he doesn’t know as much as he thinks he does.” (p. 57)
  • I saw one cub start a rock going and stand there spraddle-legged following its progress as if contemplating the wonder he had wrought.” (p. 205)
  • Eight and a half miles can be covered in minutes with a car on an expressway, but what does a man see? What he gains in time he loses in benefit to his body and his mind. At my pace I can notice things.” (p. 251)
  • Worrying about something that might happen is not a healthy pastime.” (p. 252)
  • When the time comes for a man to look his Maker in the eye, where better could the meeting be held than in the wilderness?” (p. 252)
  • News never change much. It’s just the same things happening to different people. I would rather experience things happening to me than read about them happening to others.” (p. 252)
  • I have no doubt that to others I am an oddball in many ways. The Lord waited a little too long to put me on one of his worlds. I don’t like the look of progress, if that is what it’s called. I would have liked the beginnings better. That’s why this place has taken hold of me. It’s still in those early stages and man hasn’t left too many marks on the land. Surely I have been places up and down these mountains where other men have never been. How long before all this will change as the other places have changed?” (p. 253)

Bibliografía:

  • One Man’s Wilderness: An Alaskan Odyssey. 50th Anniversary Edition
  • By Sam Keith from the journals and photographs of Dick Proenneke
  • Alaska Northwest Books
  • 2018
  • Anchorage, Alaska. USA
  • 272 páginas

Comentarios

Deja una respuesta