La Invención de La Naturaleza – Andrea Wulf
Humboldt… ¿De dónde es que me suena tanto ese nombre? Pues, está la corriente de Humboldt, ahí he escuchado ese nombre. Está el Pico Humboldt en Venezuela. También el Instituto Humboldt en Colombia. Está esa bahía en el norte de California que alguna vez visité… Un montón de lugares llevan su nombre. Un nombre legendario. A lo mejor lo debí de haber estudiado en el colegio, pero, ni idea si lo habré visto de una manera objetiva… En alguna clase de Sociales debe estar ensanduchado entre la Expedición Botánica y la geografía de los Andes, o ¿tal vez cuando vimos o pisos térmicos?
Al caso…
Este libro, La Invención de la Naturaleza, presenta la vida de uno de los hombres más influyentes en la constitución de las ciencias de la naturaleza. La vida, el camino, las relaciones y ecos que causó en ciencia, política, academia, exploración, y varios más demases. Reuniones, correspondencia e influencias con Goethe, Haeckel, Darwin, Muir, Marsh, Washington, Bolivar…. Montones de gigantes que forjaron el mundo que vivimos. ¡Obviamente este libro es super pro Occidente! Estos hombres de ciencia, comenta Harari en Sapiens, son la mano derecha de los proyectos imperiales europeos.
Humboldt vivió en un momento histórico crucial, el de la especialización de las ciencias, dónde ese afán de la modernidad por clasificar, numerar, tasar, medir, llevó a que el conocimiento se fraccionara en montones de saberes independientes.
“‘¿Qué clase de ciencia era esta’ -se preguntaba [Thoreau]-, ‘que enriquece el pensamiento pero roba la imaginación?’”. (p. 320)
Esos saberes -cada uno con ínfulas de dogma- que al día de hoy han llevado a separarse tanto que poco -o nada- pueden hablar entre sí: cada uno tiene un lenguaje y una actuación-performativa que le son propias. Lo más problemático: no son del dominio público, sino de puñados de expertos.
¡Qué mundo el nuestro, dónde el conocimiento sigue estando en manos de minorías!
¿Cómo hacer para que el conocimiento sea de muchos? ¿Más universal? ¿Cómo hacer para que el conocimiento traduzca en acción política? Al parecer estas fueron preguntas que Humboldt también se hizo con regularidad, o al menos eso nos hace ver Wulf. Tanto podemos llevar todavía a cabo.
Ahora, en uno de los primeros capítulos Wulf habla del Fernweh que sufría Humbolt, esa “la añoranza de lugares lejanos”. Sufro de un caso crónico de esto. La añoranza de un lugar lejano que es a la par un lugar cercano. ¡Cómo quiero seguir explorando mis Andes! Seguir recorriendo ese continente cuya cordillera es la espina dorsal del planeta, parafraseando a Calle 13. Que antojo y nostalgia me causaba la mención de tantos picos, cordilleras y caminos de los cuales he escuchado tanto. ¡Un día cruzaré el Canal del Casiquiare!
- “No había un solo sitio en el que pudiera aprender todo. El motivo de tanto viaje, explicaba, era que no había una sola persona que pudiera enseñarle todo.” (p. 67)
- “En el siglo XVIII, las ideas de que la naturaleza podía perfeccionarse dominaban el pensamiento occidental. Se creía que la humanidad mejoraría la naturaleza con el cultivo de tierras, y el lema era ‘mejorar’.”. (p. 89)
- “En vez de situar las plantas en sus categorías taxonómicas, veía la vegetación en función del clima y la situación, una idea radicalmente nueva que todavía hoy es nuestra base para comprender los ecosistemas”. (p. 124)
- “Humboldt había tomado la palabra kosmos prestada del griego antiguo, en el que significaba orden y belleza, pero un orden y una belleza creados a través del ojo humano. Quería unir así el mundo físico externo con el mundo interno de la mente.” (p. 323)
Bibliografía:
- La Invención de la Naturaleza: El Nuevo Mundo de Alexander Von Humboldt
- Andrea Wulf
- 2017
- Barcelona
- Editorial Taurus
- 578 páginas
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