La Sexta Extinción: Una Historia Nada Natural – Elizabeth Kolbert
“‘Hasta la gente corriente de El Valle se da cuenta’, me dijo. ‘Me preguntan, ‘¿qué pasó con las ranas? Ya no las oímos cantar”. (p. 19)
“Una de las consecuencias accidentales del Antropoceno ha sido la poda de nuestro propio árbol de familia. Tras cortar a nuestras especies hermanas (los neandertales y los denisovanos) hace muchas generaciones, ahora nos ocupamos de nuestros primos hermanos y de nuestros primos segundos. Para cuando acabemos, es bastante posible que ya no quede más que un único representante de los grandes simios: nosotros mismos”. (p. 270)
Por alguna razón -que yo desconozco- en este planeta surgieron organismos capaces de crearse a sí mismos: seres vivos. No solo se dio esta anomalía, sino que estos organismos han tenido un sinfín de permutaciones a través de las cuales han logrado continuar creándose a sí mismos. A veces una permutación funciona, otras no, en ocasiones todo cambia.
Increíble, ¿no? Lo es, pero no lo hemos sabido por mucho. En una conversación que ha tardado unos siglos reconocimos la existencia de seres diferentes, nos preguntamos por la diferencia, encontramos huesos de animales nunca vistos, discutimos sobre la posibilidad de la desaparición de algunas de estas posibilidades de vida, teorizamos sobre el origen de estas diferencias, causamos y seguimos desapariciones…
Mientras se acumulaba la evidencia descubrimos que en algunas ocasiones sucede que “las reglas habituales de supervivencia quedan en suspenso. Las condiciones cambian de una forma tan drástica o tan repentina (o de una forma tan drástica y repentina) que la historia evolutiva cuenta poco.”. (p. 26). Estos cambios han llevado a cinco grandes extinciones: durante el Ordovícico tardío –circa 450 millones de años atrás; luego en el Denóvico; a finales del Pérmico, hace unos 250 millones de años, hubo una que por poco dejó al planeta limpio; en el Triásico hubo otra extinción en masa; y, por último, una visita extraterrestre por allá en el Cretácico. Hoy, mientras medimos cada población -animal o vegetal- en casi cualquier lugar del planeta, los números parecen mostrar que estamos en un pico en el número de especies que se están existiendo. Cada capítulo del libro de Kolbert sigue una especie, todas ellas tienen en común cambios en las reglas creados por los seres humanos: acidificación del agua, transporte de enfermedades, y así.
“La historia de la vida consiste, pues, en ‘largos periodos de aburrimiento ocasionalmente interrumpidos por el pánico’”. (p. 25)
Más que nosotros como fuente de extinción lo que veo problemático es nuestra “facilidad” individual y colectiva para el cambio: hábitos alimenticios, tamaño de las comunidades, fecundidad, longevidad, y así. Estos patrones cambian y cambian a través del territorio y a lo largo de los años. ¿Puede un puma comenzar a comer únicamente guanacos? Difícilmente. ¿Puede un pasto centroamericano conquistar el planeta? No sin nuestra obsesión por el maíz. ¿Puede, un tiburón, en un transcurso de dos siglos multiplicar su capacidad de captura de peces? Ya tienen una idea de lo que quiero decir. Efectivamente somos un animal que modifica su comportamiento en generaciones. Eso no solo es un cambio ‘drástico y repentino’ de las reglas del juego, sino un estado permanente de cambio. Este es ‘el pánico’ que podrá llevar a lo que Anthony Hallam y Paul Wignall definen como “eventos que eliminan ‘una fracción significativa de la biota del mundo en un periodo de tiempo geológicamente insignificante.’”. (p. 24) Una sexta extinción en masa.
“Ahora mismo, en este prodigioso momento que para nosotros cuenta como presente, estamos decidiendo, sin realmente quererlo, qué vías evolutivas permanecerán abiertas y cuáles se cerrarán para siempre. Ninguna otra criatura ha conseguido nunca algo así, y por desgracia éste será nuestro legado más duradero.”. (p. 284)
Bueno, dejemos algo en claro: este argumento de la Sexta Extinción tiene que ser abordado -así como también el del Antropoceno, que es otra conversación que hace parte de ésta. ¡Este es un debate científico que tiene unos obvios matices políticos! Quienes arguyen que la extinción en curso se extiende hasta el holoceno diluyen la importancia que ha tenido la década de los 70s y los años venideros -por allá dónde acaeció eso de la Gran Aceleración-, desdibujando así la idea de una retribución de parte de los responsables. ¿Qué sucedió en ese entonces? Un incremento exponencial en la capacidad adquisitiva europea y norteamericana -quienes son en gran medida responsables de la catástrofe medioambiental de los últimos cinco siglos, si me preguntan a mí. También se encuentran el ascenso indio y el chino, dónde millones han salido de la pobreza. Además, está la adherencia de casi todos los países del globo al modo de relación con la naturaleza de origen europeo logrado con el discurso de desarrollo.
Bueno, ¿entonces qué tipo de cambio necesitamos? Entendiendo que es posible (aunque no parezca probable) para nosotros llevar a cabo cambios individuales y colectivos. Pues es lo que tenemos que hacer ahora. ¿No? Personalmente me encuentro intentando responder a la pregunta ¿cómo puedo vivir éticamente entre humanos y no humanos, mientras disfruto del estilo de vida que el presente me ofrece? Una pregunta complicada, para preguntas así es que están los libros.
Citas:
- “Si la trayectoria humana encierra algún peligro, no es tanto en la supervivencia de nuestra propia especie como en dar cumplimiento a la ironía última de la evolución: que en el momento de alcanzar la comprensión de sí misma a través de la mente humana, la vida haya condenado sus más bellas creaciones”. EO Wilsion (prólogo)
- “ ‘Algunos organismos muy tolerantes se harán más abundantes, pero en conjunto se perderá diversidad. Eso es lo que ha ocurrido en todos los eventos de extinción en masa.’”. (p. 132)
- “Al transportar especies asiáticas a América del Norte, especies norteamericanas a Australia, especies australianas a África y especies europeas a la Antártida, estamos reensamblando el mundo en un enorme supercontinente, lo que los biólogos llaman en ocasiones la Nueva Pangea”. (p. 222)
- “Aunque sea bonito imaginar que hubo un tiempo en que el hombre vivía en armonía con la naturaleza, no está claro que eso haya pasado nunca”. (p. 249)
- “La característica que estos eventos dispares tienen en común es el cambio y, para ser más específicos, la tasa de cambio. Cuando el mundo cambia más rápido de lo que las especies pueden adaptarse, muchas caen por el camino.”. (p. 282)
Bibliografía:
- La Sexta Extinción: Una Historia Nada Natural
- Elizabeth Kolbert
- Editorial Planerta
- Barcelona
- 2015
- 337 páginas
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