Alguien Tiene que Llevar la Contraria: Sobre la Fracasomanía y Otros Ensayos
– Alejandro Gaviria.
“La indignación permanente es una renuncia al pensamiento y a la acción, una manera conveniente de evadir los problemas, una forma de indiferencia.” (pág. 45)
Este es un libro que fue recomendado una y otra vez. Principalmente fueron amigos, los más enfáticos: un estudiante de Gaviria (que lo vendía como un erudito); y otro que le ha seguido la pista como funcionario público (sabe de memoria todo artículo publicados y entrevista dada). También fue recomendado por mi madre, tras asistir a una conferencia de Gaviria en el Hay Festival de Cartagena sobre la Muerte -un tema tabú, inapropiado para un ateo dentro de un país conservador donde su cáncer es transformado en un castigo por no creer en Dios. Luego, fue recomendado por un profesor -historiador y antropólogo. Lo he visto en casas de amigos, decorando salas, en mesas de noche. ¡Ya era hora!
Aunque el libro es interesante y las ideas son buenas, quedo queriendo más. Me quedé pensando en qué tan bueno sería un que libro girara en torno a un único núcleo temático. Tengo que ser justo: este libro es una recopilación de artículos y el autor lo recuerda repetidamente. A pesar de esto, qué interesante sería que Gaviria se concentrase en un único tema y profundizase sobre él. ¡Qué gusto sería permitir a un erudito explayarse! Dentro del libro hay un par de ideas que sería bastante interesante que él extendiera: la contraposición entre deberes y derechos, el debate ético dentro de la prestación del derecho a la salud, el ejercicio público, la transformación social, la información, y así… En otra nota, insisto en lo genial que es que un libro lleve a otros libros. En este caso Gaviria nos lleva a visitar textos tanto académicos, como literarios, un ejercicio aún más laudable. Poquísimos de los libros que él mencionó los he leído.
Por último, hay un punto que me llamó especialmente la atención: los espacios de debate y el conflicto dentro de la democracia -conflicto de ideas, no el uso ni la amenaza del uso de la fuerza. Una democracia solamente se puede nutrir de este ejercicio. ¿Qué ha fallado, entonces, con el intercambio de ideas en Colombia? ¿Por qué esta manera de llevar el debate público como la que vimos durante el Plebiscito? Esos espacios de debate -en general tener conversaciones difíciles- es algo que nos hace muchísima falta en el contexto colombiano. Lo normal es dejar las cosas a medias, sin conversar y sin hablar; especialmente cuando alguien alza la voz o se molesta.
“[…] la democracia no debería concebirse como el enfrentamiento de opiniones ya formadas, sino como el intercambio de opiniones provisionales, maleables.” (pág. 24-25)
“En la mesa no se habla de plata, política ni religión” me decían de pequeño. Los temas importantes los pasamos tangencialmente. Idealmente sin debatirlos, sino quedándonos en intercambios de emociones o tímidas opiniones. No es poco común llegar a los impasses él-no-está-sintiendo-lo-que-yo-siento o no-lo-ha-vivido-no-puede-saber. Allí es difícil continuar. En cambio, lo que deberíamos intentar es más bien “… practicar en el diálogo una doble empatía: usted se pone en mis zapatos, yo me pongo en los suyos.” (pág. 24). Tal vez así la subjetividad la podamos saltar. Es también cierto que no faltan las falacias, la mentira, la grosería, la intimidación … Tenemos que aprender no solo a no caer en estas trampas sino también a lidiar con ellas -por tenemos quiero decir tengo.
Pensando en eso reflexioné sobre qué deberíamos discutir colectivamente. Aquí mi selección de temas delicados que nuestra sociedad debe sentarse a discutir públicamente y en la mesa. No tienen jerarquía. Los fui incluyendo como se me venían ocurriendo:
- La violencia como medio de solucionar conflictos -e incluir allí la venganza como expresión de justicia.
- El cumplimiento de la ley.
- Las obligaciones individuales en una comunidad -incluir allí el esfuerzo individual, el liderazgo, los roles, el trabajo.
- La tolerancia del otro y la diferencia.
- El ejercicio y el funcionario público.
- La aristocracia y la oligarquía: la herencia del poder y el privilegio.
- El norte de nuestro país: pensar Colombia como un proyecto común.
- La educación.
- El tamaño y alcance del Estado.
- Lo inaceptable: nuestras líneas rojas.
¿Ahora qué camino irá a seguir el Dr. Alejandro Gaviria? Sea cual sea estoy seguro de que irá labrando un buen sendero con su andar e inspirando a muchos con su manera de pensar y abordar la vida.
Aquí, mi selección de citas de Alguien Tiene Que Llevar la Contraria:
- “Creo íntimamente que la acción y la reflexión deben ir de la mano, que la toma de decisiones en todos los ámbitos requiere una reflexión permanente e informada sobre las posibilidades y las dificultades del cambio social, que las ideas importan y que la academia le corresponde, por tanto, un papel más protagónico en las decisiones públicas.” (pág. 12)
- “De todas las vidas que pudieron haber vivido, tendrán solo una para contar. Lo que hoy son dudas, preguntas y temores, serán entonces certezas, respuestas y arrepentimientos.” (pág. 44)
- “En suma, si el mérito se asocia exclusivamente con unas cuantas instituciones educativas o con un conjunto estrecho de competencias y habilidades, la meritocracia se vuelve casi indistinguible del nepotismo o del amiguismo.” (pág. 74)
Bibliografía:
- Alguien Tiene que Llevar la Contraria: Sobre la Fracasomanía y Otros Ensayos
- Alejandro Gaviria
- 2016
- Editorial Ariel
- Bogotá D.C.
- 138 páginas
Para un poco de contexto de qué tan lejos estoy de ponerme al día: Terminé de leer este libro el 18 de Noviembre de 2018 y escribí esta entrada el 20 de ese mismo mes. Apenas ahora la publico…
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.