Ensayo Sobre la Lucidez.

José Saramago es EL premio nobel de literatura en portugués. Con montones de títulos, muchos de los cuáles me han encantado y que siempre estuvieron en los estantes de libros de mis padres. Un personaje por mí querido, me sorprende enormemente que el único libro de Saramago que haga parte de la Lista sea Ensayo sobre la Ceguera –Blindness en inglés- cuando hay tantos de este curioso escritor.

Que la lista solo tenga lugar para 1 de sus libros, una lista de 1000 novelas… Hay que reconocerlo: el sesgo de nuestra señorita lista es importante -ni hablar del de los premios Nobel. Aunque para darle fortaleza a esta afirmación habría que revisar las nacionalidades de los caballeros de la pluma que en ella aparecen. Estoy seguro de que hay un número más que significativo de alemanes y anglosajones, con grandes obras (sin duda alguna), pero cuyo impacto no sea tan global como cabría de esperarse. Ojeándola por encima encuentro yo: mucha literatura de Europa Occidental, poca de nosotros los que estamos en la periferia, hay países con pocos títulos -¿cómo será la representación geográfica?-, los títulos de algunos países son más que obvios (solo hay que ver a Colombia). Me pregunto ¿cuántas mujeres, negros, musulmanes, homosexuales habrán? Me voy a poner a la tarea…

Esto lo menciono porque acabo de terminar Ensayo Sobre la Lucidez de Saramago, me encantó, tanto como Intermitencias de la Muerte, pero como ninguno de estos hace parte pasaré tan solo tangencialmente por ellos… Lucidez lo acabo de leer, por eso va en mi conteo. Intermitencias lo había leído ya, tan solo quería hablar de esa novela que tanto me gustó.

Qué tanto nos ayudaría la victoria del voto en blanco sobre todos los demás; pero es obvio que se aferrarían al poder, dónde sino estaría la inercia institucional. Advertencia importante: ¡es pertinente leer Ceguera antes que Lucidez! Están vinculados, son una secuencia… ¡Yo sin saberlo! Sería tan bien recibida un poco más de conciencia política. Un poco más de pensar en nuestras acciones individuales, en nuestras decisiones individuales, y menos en el contexto, en el otro, en mis amigos o mi clase social. También estaría bien sentarnos a pensar un poco sobre ese coloso que hemos creado al cuál llamamos Estado: ¿de verdad es tan necesario para regular nuestras interacciones? ¿Realmente lo queremos involucrándose en todo? Como Joseph K., ¿dónde queda el individuo en esta relación?

Ay de nosotros donde la muerte –sí, con minúscula, porque la Muerte, ésa es otra- se enamorase, y se volviera: intermitente. Pero lo de la idea de la carta hay que reconocerlo, cuántas cosas no facilitaría… A nosotros nos llegó una, no era roja, no era de una semana, no llegó en forma de carta, ni con sobre, sino dentro de alguien, en su memoria, en su discurso. No vino con fecha, vino inesperada, como cualquier anuncio de la muerte puede venir. Será ver por cuanto tiempo es. La muerte es segura para todos, eso claro está, pero su anuncio de llegada –o de posible llegada- es un impacto para todos.  ¿Será que somos los mensajeros de nuestro propio sobre pero no lo sabemos abrir?

Las intermitencias… ¿será mucho pedir que intermitas por un tiempo? La cuenta todavía va en lo mismo, pero lo bueno es eso, que ahí va…

Los libros ayudan a enfrentar la vida. Sea en sociedad. Sea en familia.


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