Matadero Cinco – Kurt Vonnegut

Matadero Cinco o La Cruzada de los Niños – Kurt Vonnegut.

El médico recomienda por lo menos una novela antibelicista al mes. Es lo mejor para la salud social. Cura el odio. Previene la manipulación política. Estos escritos se venden en librerías y prestan en bibliotecas sin prescripción médica. Y, lo mejor de todo: pueden ser complementadas con otras herramientas artísticas de carácter anti belicista: teatro, cine, arte, música y más. ¿Algunos títulos? La Tumba de las Luciérnagas (1988, Isao Takahata), Las Aventuras del Buen Soldado Svejk (Jaroslav Hasek), Sin Novedad En El Frente (Erich Maria Remarque), Adiós a las Armas (Ernest Hemingway), y así: ¡cientos! Es más, toda buena historia de guerra debería ser antibelicista… Esa es mi opinión.

Les he enseñado a mis hijos que jamás tomen parte en matanza alguna bajo ningún pretexto, y que las noticias sobre el exterminio y la derrota de sus enemigos no deben producirles satisfacción ni alegría.
También les he inculcado que no deben trabajar en empresas que fabriquen máquinas de matar, y que deben expresar su desprecio por la gente que las cree necesarias.” (p. 25)

El problema no es la violencia en sí misma. La violencia es usada por todas las especies animales en sus interacciones, tal vez haga parte de la naturaleza humana. Entonces, ¿cuál es el problema? Las herramientas: unas materiales, las otras no tanto -aquí pienso sobre la organización social, las instituciones políticas y administrativas. La mezcla de estos dos ha permitido no solo matar en vez de incapacitar, sino también hacerlo sistemáticamente, de manera repetida, a escala planetaria.

La violencia hoy es una prerrogativa del Estado. El Estado (y el gobierno o élite de turno) esgrimen el derecho del uso exclusivo de la violencia, o como algunos dicen el monopolio del uso legitimo de la fuerza. De ahí vienen los problemas con la violencia: quién la esgrime, contra quién, cómo y por qué. Al Estado ser el único que puede esgrimir la violencia y al tener semejante capital, ¿cómo detenerle? ¿Qué hacer con un Estado ilegitimo que esgrime el monopolio del uso de la violencia? ¿Qué hacer con un Estado que persigue en función de orientación sexual, religión, idioma, cultura, lugar de procedencia?

Ahora bien, ¿qué hacer con el Estado? ¿Qué hacer con la violencia? ¡Ni idea! No he leído tanto. Lo que sí sé, es que ese ejercicio sistemático de la violencia de parte del Estado que llaman guerra, eso hay que erradicarlo. Juez y verdugo no pueden ser el mismo. Tampoco tanto poder puede estar en tan pocas manos. ¿Quién nos cuidará de nuestros guardianes? ¿Debemos siempre depender de las buenas intenciones de los Estados?

Matadero Cinco es una novela bastante curiosa –por curiosa entiéndase loca- que intenta (entre muchas otras cosas) hacer justo lo que más necesitamos hoy: proponer la erradicación de la violencia de Estado. ¿Cómo? Esforzándose por mostrar el impacto que ella tiene sobre los individuos. Las guerras las pelean niños arguyen los protagonistas del libro. Niños enviados al frente por adultos gordos y obtusos que no quieren pelearlas. Luego estas guerras son idealizadas por otros hombres…

Los dos intentaban rehacerse a sí mismos y rehacer el universo entero. Y por eso la ciencia ficción constituía una tan gran ayuda para ellos.” (p. 94)

Esta es una de esas historias que hay que sentarse con un grupo de amigos que también la hayan leído para desglozarla. Esta novela se lee con rapidez, es muy entretenida, y está llena de frases geniales, esta gema:

Todo el tiempo es todo el tiempo. Nada cambia ni necesita advertencia o explicación. Simplemente es. Tome los momentos como lo que son, momentos, y pronto se dará cuenta de que todos somos, como he dicho anteriormente, insectos prisioneros en ámbar.” (p. 82)

Sus personajes son singulares y su autor, Kurt Vonnegutt, tiene argumentos sólidos para defender sus decisiones artísticas: la relación de su personaje principal, Billy Pilgrim, con el tiempo, y qué impacto cree él que tiene sobre su presente, pasado y futuro.

El tiempo no pasaba. Alguien debía estar manipulando los relojes, y no tan sólo los eléctricos sino también los de cuerda, pues el segundero de mi reloj de pulsera hacía un tic, dejaba transcurrir un año, y finalmente hacía tac.” (p. 25)

Bibliografía:

  • Matadero 5: La Cruzada de los Niños
  • Kurt Vonnegut
  • 192 páginas
  • Barcelona
  • Anagrama Colección de Bolsillo

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