Un Recodo en el Río – V.S. Naipaul

Movido por el pánico cualquiera puede ser decidido; para actuar en época de prosperidad hay que ser fuerte.” (p. 232-233)

95. Un Recodo en el Río – Vidiadhar Surajprasad Naipaul (Sí, su nombre completo. Deberíamos acostumbrarnos a que hay nombres distintos a los nuestros)

África, que volvía a sus antiguas costumbres con herramientas modernas, iba a convertirse en un lugar problemático durante un tiempo.” (p. 235)

No sé… No lo sé. No sé qué pasó con este libro. Sabía que era un texto de un premio nobel de literatura (año 2001). Un autor, por fin, de fuera de Europa. Un hombre de una de las islas coloniales del Caribe, Trinidad y Tobago. Del Caribe, más no caribeño sino de ascendencia India -que odioso ejercicio este de decidir por alguien más de dónde se es. Me pregunto si habrá leído al cubano Alejo Carpentier que escribió de esa Venezuela cuyas costas Naipaul debía imaginar desde su isla. Un personaje con un importante vínculo con el Reino Unido: allí recibió su educación, prestigio y desde esta plataforma salió a ver el mundo. No sabía más de él, ni mucho menos de su obra (que es extensa), pero, esto fue suficiente para que yo tomase este libro con expectación. Y no sé, no lo sé: me pareció tan… ¿Cómo decirlo? ¿Cercano? ¿Comparable? 

El mundo es lo que es: los hombres que no son nada, que se permiten llegar a no ser nada, no tienen lugar en él.” (p. 11)

Corría el año 2017 en el calendario europeo. En Colombia significaba que era el año sánduche. Entre la derrota del plebiscito por la Paz y la firma del Acuerdo de Paz acaecidas en el 2016. Y, la otra tajada de pan: las elecciones de 2018, dónde las ideas enfrentadas eran un casi perfecto dualismo de cambio (renovación política, implementación de lo acordado y así) contra continuidad (mano dura contra toda disidencia, control tradicional, etc.). En la mitad estaban Colombia y sus millones de habitantes. En un estado de zozobra, incertidumbre, a veces pánico, miedo, curiosidad… ¿Hacia dónde se decantaría la historia? ¿Cómo serían nuestros siguientes 5 años? 

Por su parte, la novela de Naipaul se sitúa en África, en el África Central: primero en una costa, luego en el interior en una población al lado de un río. En alguna división imaginada por el autor soñada a semejanza de esas docenas de entidades coloniales fueron creadas por temas administrativos desde alguna capital europea. Esto para luego facilitar el despojo, la subyugación y el subdesarrollo. La historia de un país desconocido que buscará su independencia, y sus habitantes estarán sumidos en pesimismo y confusión. Vidas de personajes que van intentando ser mientras todo a su alrededor parece cambiar. Fichas impotentes en un tablero, cuyas reglas cambian mientras ellos intentan hacer algo con sus vidas. Hay quienes -como aquel que escribe la contraportada de mi edición- sugieren que el lugar donde se desarrolla la historia puede ser la República Democrática del Congo. No lo sé, pero yo me imaginaba partes en Zanzibar, y a veces en Mozambique.

En esta obra de ficción vería yo una situación harto semejante a la que veo se va desenvolviendo en las calles de mi ciudad natal… Y eso era lo que me iba imaginando mientras leía: calles colombianas, con ciudadanos colombianos. La costa no era otra que la que ya he visto: con casquetes coloniales carcomidos por el salitre y la caída de las familias de abolengo. El río de la historia bien podía ser el Magdalena atravesando Honda, a veces lo convertía en el río Medellín cuando se hablaba de almacenes, en ocasiones lo pintaba de Amazonas cuando necesitaba mayor exuberancia. No había razón para que yo estuviese haciendo eso: los nombres de los personajes no cuadraban, los lugares eran ajenos, incluso las costumbres no eran del todo las de acá. 

Y, sin embargo: rocío. ¡No! No ese sin embargo, sino otro: sin embargo, mi imaginación siempre volvía a Colombia. Dejaba de ser imaginación y se volvía recuerdos del caos de sus calles, de sus disparejos andenes, de las misceláneas con los mismos productos de siempre… Tal vez eran las emociones en mi evocadas las que me invitaban a que la película que reproducía mi mente no fuera otra que la historia de los míos. Era raro, ir leyendo e ir comparándolo todo, todo el tiempo. Pensaba en los personajes principales y los ubicaba con personalidades locales, con amistades y conocidos: intentaba construir con memorias los episodios de la historia. Con la complejidad de la vida desde esta geografía específica. 

La gente vivía como siempre había vivido; no había ruptura entre el pasado y el presente. Se quitaba de en medio todo lo que había sucedido en el pasado; no existía más que el presente. Era como si, debido a alguna perturbación celestial, la luz del amanecer estuviera cayendo constantemente en la oscuridad y todos los hombres vivieran en un perpetuo ocaso.” (p. 22)

Pensaba a menudo, ¿no es esto ficción? Sí, si lo es. De hecho hace parte de la lista de 1000 novelas de ficción dentro de la sección de ‘estado de la nación’. Allí están libros como Todo Se Desmorona de Chinua Achebe, y Los Hijos de la Media Noche de Salman Rushdie. El primero toma lugar aparentemente en lo que hoy día es Nigeria, el segundo entre la India y Pakistán: el albor de la colonia y la vida desde la independencia, siendo respectivamente los trasfondos de las historias. Estos libros tocan temas políticos, sociales, de cómo vivimos y qué sucede a nuestro alrededor. Lo hacen sin el tedio, ni el vocabulario específico, ni las convenciones, de un texto académico. Lo hacen con la flexibilidad y creatividad que permiten la novela de ficción. Como es de útil leer ficción para conocer el mundo: «La ficción salva, la realidad mata» repitió Javier Cercas.

Una partida puede entenderse como una deserción, un juicio sobre el lugar y la gente que se deja atrás.” (p. 193)

Un escritor, Naipaul, que falleció recientemente (2018) y quien, sin duda, debió de inspirarse en las ciudades que vió en el Caribe y América Latina para construir la ciudad de Un Récodo en el Río. Un contexto urbano poco glamuroso como los que entregan tan bien las ciudades del sur, especialmente en tiempos de zozobra. Donde habitan personas que viven mientras la realidad se va desenvolviendo a su alrededor: personajes sin mucha agencia sobre sus designios, resilientes y resignados ante esta situación. Una historia dura, un hueso difícil, una historia tal vez demasiado cercana. La realidad postcolonial de América y África: un mundo de migraciones humanas (donde los Indios fueron protagonistas en los movimientos internos dentro del Imperio Británico), de cambios políticos y de personas que son secundarias a los devenires de la Historia.

La gente vivía como siempre había vivido; no había ruptura entre el pasado y el presente. Se quitaba de en medio todo lo que había sucedido en el pasado; no existía más que el presente. Era como si, debido a alguna perturbación celestial, la luz del amanecer estuviera cayendo constantemente en la oscuridad y todos los hombres vivieran en un perpetuo ocaso.” (p. 22)

Bibliografía:

  • Un Recodo en el Río
  • V. S. Naipaul
  • 1979 (mi edición es de 2009)
  • Random House Mondadori
  • Barcelona
  • 321 páginas

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