150. The Democracy Project: A History, A Crisis, A Movement – David Graeber
Este fin de semana fui fulminado con una pregunta que poco me gustó responder: ‘¿cuáles han sido tus libros más influyentes?’ Se hizo el silencio -¿me lo imaginé?-, quien inquiría sonreía curioso. Poco conocía de mi afición -¿obsesión?- con los libros, pues solo instantes antes se había soltado en la reunión ese temido: “Él tiene un reto: leer mil libros en diez años”.
“Democracy, then, is not necessarily defined by majority voting: it is, rather, the process of collective deliberation on the principle of full and equal participation. Democratic creativity, in turn, is most likely to occur when one has a diverse collection of participants, drawn from very different traditions, with an urgent need to improvise some means to regulate their common affairs, free of a preexisting overarching authority.”. (p. 186)
Sentía los ojos de todos sobre mí. Incluso intuía a la levadura de la pizza deteniendo su consumo de azúcares a la espera de mi respuesta. Lo único en mi cabeza: “¡Rayos! ¿Y ahora cómo hago para ganar tiempo?” Quería quedar bien ante este grupo de amigos, dando una respuesta honesta. Una pregunta para la cuál me habría gustado prepararme.
Pero, como no hay momento perfecto, me puse a la tarea: pensé en La Lista, pensé en Mi Lista, pensé en el ejercicio de crear listas, pensé en mis observaciones recientes. Recordé lo riesgoso que es recomendar libros: mi mayor aprehensión ante las listas es que limitan, restringen, reducen. Quería responder: “Aún no lo sé”. Me habría salvado. Sin embargo, dije: “Eso cambia tanto…”
“Most of life- -particularly life with others- consists of making reasonable compromises that could never be reduced to mathematical models.”. (p. 200)
Otro silencio, tenso como el anterior. “¿Cómo así?” Volvió a inquirir ese Sócrates con las manos enharinadas. Yo respiraba, midiendo mis palabras, yendo con tiento entre mis pausas. Les expliqué que mis libros más influyentes han cambiado con los años, como también varían en función del tema. Es más, con esa pregunta, me defendí, ‘los más influyentes’, no ‘tus favoritos’ como tampoco ‘los mejores’, me ponía contra una pared, limitando -tal vez sin saberlo- mis posibles respuestas. Pensando en la definición de ‘influir’, debía buscar en mi memoria libros que han producido efectos, libros que han ejercido predominio, que libros han contribuido a la eficacia. ¿Efectos como qué, lágrimas? ¿Qué cambiaron mi forma de pensar? ¿Qué me hicieron más ‘eficaz’? Seguía sin saber qué responder.
Con su pregunta, aclaró al verme balbucear, quería saber si yo era parte de aquellos quienes leen títulos como, dio un ejemplo, El Club de las 5 de la Mañana de Robin Sharma. Libros que buscan que las personas sean más… ¿Cómo ponerlo aquí? ¿Efectivas? O, tal vez, ¿eficientes? Me preguntaba si leía ‘ese tipo de literatura’, cuando no sabía de qué tipo de literatura hablaba; aunque algo intuía.
Aclaré que mi ejercicio lector no iba por ese camino. Por esa senda de autores como Sharma, Stephen Covey, John Maxwell y así. Aunque en este ejercicio he leído ‘ese tipo de literatura’ –Padre Rico, Padre Pobre de Robert Kiyosaki, o Think and Grow Rich de Napoleon Hill- no conforman el grueso de mis decisiones literarias. Continué con mi defensa aclarando que más que ‘mejorarme’ -más que verme como un producto-, cuando tomo un libro quiero aprender (algo no necesariamente práctico ni aplicable), quiero acercarme a los demás, quiero vivir otras vidas, quiero conocer paisajes. Ahora pienso y suspiro ante mi propio problema: la necesidad de leer 100 libros por año durante una década para lograr mi cometido, y el hecho de que no lo estoy logrando. Un poco de eficiencia me vendría bien.
Ahora me pondré en modo viejo quejumbroso. Las librerías -gran parte de ellas-, así como también las bibliotecas privadas de amigos y conocidos, tienen por abundancia libros de esta índole. Hay quienes los llaman de autoayuda, otros les dirán ‘hacerle el quite a la terapia’, otro nombre posible sería la sicología del neoliberalismo. En términos generales, y a modo de opinión personal, hay que ponerle un alto a este modo de pensar y de vivir tan propio de nuestra presente sociedad de consumo -que Alfredo Molano definió como “comprar y comprar sin parar hasta morirse de cosas” (2020, p. 75). Hay que pensar, ser más creativos, salirnos de esta estructura de vida y de mundo dónde todo es transable…
“In most of the world, in fact, people talk about America as the home of a certain philosophy of political life, which involves, amongst other things, that we are basically economic beings: that democracy is the market, freedom is the right to participate in the market, that the creation of an ever-growing world of consumer abundance is the only measure of national success. In most parts of the world this has come to be known as ‘neoliberalism’ and it is seen as one philosophy among many, and its merits are a matter of public debate.”. (p. 110)
Ahora, en este instante, escribo para reconocer la verdad: ante la pregunta no recordé un libro. No recordé haber leído a David Graeber. No me acordé de cuándo un profesor, antropólogo y amigo, con quien hablé buscando entender la relación entre la academia y la política, me dijo: “Tal vez debas buscar a David Graeber; empieza con uno de sus podcast.” Desde entonces no pasa una semana sin que las ideas contenidas en este libro -y las reflexiones a las cuales me ha empujado- salgan a colación en las conversaciones con amigos y conocidos, incluyendo a extraños y claramente con taxistas: en este momento, en Colombia, hablar de política está en boca de todos.
Cuando pienso en el impacto que tuvo este libro recuerdo un aforismo que con alguna frecuencia mi padre dice: “a vida es un intercambio de filosofías”. [En consecuencia, quien anda solo con gente que piensa igual a sí mismo: no vive.] La lectura de Graeber fue eso: un intercambio de filosofías, fue vivir un poquito, más bien, vivir un montón más. Este libro me sacó del marco de pensamiento en el cual me entrenaron las Relaciones Internacionales. En vez de hablar de Estados-nación, de egoísmos, de política exterior, de sistemas de gobierno, el profesor David Graeber nos impulsa a hablar de democracia, de procesos de toma de decisión horizontales, de negociaciones que toman días, reflexionando sobre la naturaleza del poder, dudando sobre la legitimidad de la coerción.
Su libro se concentrará en un movimiento –Occupy Wall Street– y partiendo de él hablará de la historia detrás del nacimiento de las instituciones estadounidenses, de las reflexiones políticas alrededor de la independencia, de la definición de la democracia. Eventualmente, hablará sobre el anarquismo. Hoy no es mi deseo dar una cátedra sobre esto, Graeber lo hace mejor, pero mientras escribo recuerdo cómo en clase nos mostraban que entre menos personas se involucran en las decisiones, más rápidamente éstas son tomadas. Sin embargo, frente a esta diligencia hay un handicap: menor disposición a aplicar lo decidido.
La gente de NOLS -con quienes pasé meses entre la manigua- aclara que hay decisiones grupales (como la votación y consenso) y decisiones de liderazgo (delegación, directivas, o consultas). Ante cada evento donde haya necesidad tomar una decisión habrán factores que la influencien -por ejemplo están el tiempo, la presión, la información disponible (ver Gooking y Leach, 2009). Aquí nos encontramos con el mismo problema de antes: el tiempo que toma decidir, y el involucramiento y la posesión sobre lo decidido. Sobre una montaña, es mejor que todos hagan parte en la ejecución de una decisión. Las expediciones a la naturaleza son un microcosmos de la vida: hay actores, negociación, temas de interés, presión, tiempo. Simplemente hay menos gente y más monte. También en una ciudad a las personas les gusta hacer parte de un proceso de decisión, nos gusta; es más, tenemos el derecho y el deber de hacerlo.
“In social movement terms, a single year is nothing. Movements that aim for immediate, legislative goals tend to flicker quickly in and out of existence; in America, movements that have successfully aimed for abroad moral transformation of society (from the abolitionists to feminism) have taken much longer to see concrete results.”. (p. 149)
Graeber ahondará, con detalles, en la figura del consenso; al defender los sistemas horizontales de toma de decisión. Algo interesantísimo para cualquier amante de la política, la historia o la vida en sociedad. Es un libro cargado de esperanzas. Un libro que reflexiona sobre el uso de la violencia en la política. Desde que lo leí se convirtió en un punto de referencia que aún meses después de haber sido leído me sigue invitando a la reflexión sobre la naturaleza del poder y el ejercicio de la democracia. Al recordarlo, añoro leer a Henry David Thoreau, tanto sus reflexiones de la vida en la naturaleza -visto en Walden– como sus posturas en su muy citado Sobre la Desobediencia Civil.
“Ghandian nonviolence is meant to create a stark moral contrast: it strips bare the inherent violence of a political order by showing that, even when faced by a band of nonviolent idealists, the ‘forces of order’ will not hesitate to resort to pure physical brutality to defend the status quo.”. (p. 60)
Bueno, quiero terminar diciendo esto: este libro es tan aplicable para el contexto colombiano, para la experiencia de vida en estas latitudes… No importa que se concentre en nuestro vecino grande del Norte. Hay puntos, items, ideas, que podrían sernos útiles en nuestra propia construcción de sociedad para sacar adelante cambios en la cultura política imperante. Por fortuna, es posible conseguir a este autor en nuestro país y traducido al español. Le cambiaron un poco el título, pero se puede conseguir: Somos el 99%: Una Historia, Una Crisis, Un Movimiento, Editorial Capitán Swing Libros, 2014.
Ahora, a leer, a hacer política, a cambiar el mundo.
“What would happen if we stopped acting as if the primordial form of work is laboring at a production line, or wheat field, or iron foundry, or even in an office cubicle, and instead started from another, a teacher, or caregiver? We might be forced to conclude that the real business of human life is not contributing toward something called ‘the economy’ (a concept that didn’t even exist three hundred years ago), but the fact that we are all, and have always been, products of mutual creation”. (p. 288)
Bibliography:
- The Democracy Project: A History, A Crisis, A Movement
- David Graeber
- Spiegel & Grau (Part of Penguin Random House Publishing Group)
- New York
- 2013
- 326 páginas