Decoding Your Dog – Eds. Debra F. Horwitz, John Ciribasi, Steve Dale.

There are two big myths that sabotage many human-canine relationships: the first is that dogs are trying to dominate us; the second is that they know when they’ve done something wrong and feel guilty about it”. (p. 3)

173. Decoding Your Dog: Explaining Common Dog Behaviors and How To Prevent or Change Unwanted Ones – American College of Veterinary Behaviorists (Eds. Debra F. Horwitz y John Ciribasi, junto con Steve Dale.)

Bueno, a ver… ¿Cómo empezar con esta entrada? Pues, por el comienzo. Sí, en el principio todo era caos, nada más que oscuridad. Conozcan a la oscuridad.

A comienzos del año en curso mi perro, un Rhodesian Ridgeback adulto, un cazador de leones algo (bastante) más grande de lo necesario, dulce, consentido, fuerte, temeroso de los rayos. Sí, mi ternero. Pues, el del hocico canoso se hizo papá. Eso fue hacia la época que subí a un volcán y hablé de montañas imaginadas. La camada fue pequeña, tan solo cuatro cachorros: una hembra y tres machos. Decidí quedarme con la única niña: la más parecida al papá, de trompa negra y ojos color miel. 

Luego, al poco tiempo de llegar esta cachorra, pues, resolví irme a trabajar al extranjero. Leí El Año del Sor Negro de Ferreira, The Evening and The Morning de Follet y El Estado Contra la Democracia de Graeber, en aquellos escasos espacios que me permitía el estar cuidando de chavales enérgicos y ansiosos de comerse el mundo. A veces, logré leer en las madrugadas, otras con un head-torch (una lámpara frontal, pero «antorcha de cabeza» me gusta más) mientras caían dormidos los muchachos. Bueno, eso es alejarme de la historia. En esas entradas enontrarán más sobre la experiencia. 

Volviendo al caos: dejé a mi cachorra y a mi viejo en casa de mi familia. Para empeorar la situación allí también había una cachorra más. Dos perros sabuesos (uno adulto, la otra cachorra) y un perro de guardia. ¿El resultado? La oscuridad y el caos: muebles, paredes, flores, ropa, toallas, destrucción, orines por doquier.

The fact is that not all puppies are created equal. Ultimately, behaviour is affected by both genetic and environmental factors –nature and nurture.”. (p. 108)

Las cosas fueron mal. Cada vez que llamaba a casa recibía una lista -en perpetua expansión exponencial- de desmanes y desastres cometidos por las cachorras. ¿La mía? La autora intelectual y material. ¡No lo podía creer! Era tal la magnitud de los destrozos, que me lo negaba. Fueron tantas las quejas que -previendo la tormenta- busqué ayuda en los libros: textos de auto-ayuda, adiestramiento y conducta canina. Al estar en Estados Unidos pude visitar grandes y pequeñas librerías con poco éxito. Luego, visité una cadena de libros, Barnes and Noble de Burlington, VT. Allí conseguí el título que nos reune hoy. 

Ahora, ustedes saben que siempre hablo de librerías. ¡Son una parte escencial de mi experiencia y relación con los libros! Mi predilección son las librerías pequeñas donde la conversación con los libreros es personal. Lugares como Libélula o Pensamiento Escrito, dónde me saludan de nombre, conocen mi inclinación política y buscan nutrirla -al desafiarla-, han guiado compras anteriores entonces saben en qué dirección, con tacto, llevarme: invitándome a nuevos autores (como pasó con Philip Forest, por ejemplo) o afianzando mi amor por otros (como sucede hoy con José Saramago). También, están esas librerías de segunda gigantes que tanto me fascinan: lugares que borran la línea entre librería y biblioteca pública. Colosos como Monroe Street Books y Merlín. Ambas, lugares que invitan a la curiosidad y los sueños.

Ahora, pocas veces he hablado de las grandes, de las abundantes, de las librerías de cadena. De estas librerías hay por doquier: en Centros Comerciales, como locales gigantes en los centros de las ciudades. Cadenas. Galpones. Espacios de dos y hasta tres pisos. Allí, encuentra uno las editoriales grandes, los libros en otros idiomas. Los nombres más sonados «en territorio nacional»: Panamericana, y la Librería Nacional. Aunque también tenemos al Fondo de Cultura Económica, cuya librería en el Centro Cultural Gabriel García Márquez, con su geografía circular, núcleo iluminado y paredes de ladrillo claro; pues, esta es un sueño de miles de títulos bailando ante mis ojos.

Estas cadenas no están en mi ciudad, por tanto, no las frecuento. Sin embargo, si estoy de visita en una urbe algo más poblada, o en caso que algún amigo o familiar lo esté, las paradas allí se vuelven obligatorias. Es en estos espacios dónde mayor variedad encuentra uno: un mundo más diverso y menos especializado. Sin ese toque mágico, pero con todo lo más reciente, los autores más vendidos, los más sonoros. Hay un orden que cualquiera pueda entender. Los pasillos, numerados y etiquetados: el sueño del individuo competente que encuentra lo que necesita y lo hace solo, sin mediación alguna… Pero, ¡lo encuentra! Gracias a librerías así han llegado a mis manos la mayoría de libros de Santiago Posteguillo, así llegó (y con descuento) Crónicas Bananeras también fue en uno de estos locales que finalmente encontré (me encontraron) a Arturo Escobar con su La Invención del Desarrollo.

Dogs have no agenda”. (p. 206)

Fue precisamente en un local, éste de la Cadena de Barnes and Noble, que encontré, por fin, libros sobre comportamiento canino. La sección de perros, puesta negligentemente a la entrada de la sección de niños -¿coincidencia?- apenas dos docenas de libros. Justamente, este es el libro que me trae hoy aquí. Bueno, conseguí ese y media docena de libros más que irán apareciendo las próximas semanas. ¿Qué tal el local? ¡Colosal! Un espacio amplísimo, de varios cientos de metros cuadrados, dónde cada sección era del tamaño de las librerías que frecuento: de historia tenían cientos de tomos, de gastronomía miles, de autoayuda ni hablar… ¡Y había un segundo piso!

Compré mi libro. Viajé de regreso a Locombia. Entre en mi pueblo. Y, una vez en casa lo vi, lo viví. ¡Era peor de lo que yo pensaba! Apenas y pude pasear escasos 500 metros de casa con mis perros. Intenté con menos perros: la cachorra y su papá. Intenté en entornos controlados: canchas de fútbol y dentro de la casa. Los problemas eran recurrentes. Había conseguido aprender muchos malos hábitos y afianzarlos: lanzarse ante cualquier gato, buscar juego en cada encuentro humano, reaccionaba abruptamente con ruidos, no controlaba su emoción al ver otros perros, los carros la asustaban, jalaba de la correa como un perro de trineo. Indagué con todos quienes tenían que ver con la perra y reconocí que necesitábamos un plan y ayuda.

Este libro, Decoding Your Dog, por sí solo no iba a ser suficiente, necesitaba ayuda de verdad. Necesitaba volverme un experto. Un experto de iure, de libros, poniendo a prueba ese “tres libros para volverse un experto”. Luego, reconocí que también debía convertirme en un experto de facto: busqué clases de adiestramiento de perros. Fui a clase. 

Ahora, ¿cómo va ese proceso? Primero, los tres títulos para volverme un experto, pues, ya hay uno leído, estoy leyendo otro, y uno más está mirándome desde el anaquel. ¡Un segundo! Años atrás, en formato de audiolibro, escuché otro: Be The Pack Leader de César Milán y Melissa Jo Peltier -ahí está en Mi Lista– pero no tengo la entrada. Esto significa que soy un 66% experto; pero, ¿cómo mide uno ese aforismo?

Según la RAE, Aforismo significa: «Máxima o sentencia que se propone como pauta en alguna ciencia o arte.»

Vayamos más bien al libro, en mi 66% de experto, esto es lo que opino. El libro físico… El papel parece papel periódico, de ese delgado y delicado, que ya he encontrado antes, ¿es más barato para una editorial hacer una tirada con ese material? ¿Es un papel más ecológico? No tengo idea, pero, se rasga con una facilidad… El libro tiene sus imágenes de compañía, que a blanco y negro resultan poco prácticas -demasiado negro y poco del blanco. Luego, la información es genial. Me llamó siempre la atención que hay cosas que rayan por obvias lo que me llevó a pensar que más personas necesitan mejor entrenamiento en cuanto a cómo relacionarse con los perros; mis clases de adiestramiento me confirmaban que el sentido común es el menos común de los sentidos.

The respectful way to greet a dog is no direct eye contact and no reaching out or over the dog. Instead, give the dog a chance to sniff you before engaging in direct physical or visual contact.”. (p. 11)

Cada capítulo toca un tema de muchísimo interés para toda persona que interactúa con canes. Hay capítulos de lenguaje canino, de cómo escoger un cachorros, de cómo aumentar las posibilidades de éxito, de los primeros entrenamientos, de la relación entre niños y perros, de conductas repetitivas. Cada uno, escrito por expertos en el tema.

Pero, ahora viene mi queja, ese tipo específico de relación con los canes que nos están imponiendo el mercado y la cultura dominante. Mis lecturas académicas anteriores (ver Achille Mbembe, Nick Shepherd por ejemplo) me llevan a mirar máximas como “todos los perros en todos lados” o “así es como debes interactuar con tu perro” con cierto nivel de duda. Hay apartados dentro de este libro que dejan entrever que es un tipo de relación específica humano-canino la que está siendo aprobada, validada y replicada. Es común que la solución esté en un producto; que la fuerza no debe ser ejercida por nadie (mi hipótesis acá es que el ejercicio de la violencia es prerrogativa de los Estados); que a los perros se les trata y menciona en función de su género; que los espacios de interacción con los perros suelen ser apartamentos o casas uni-personales o uni-familiares, o espacios públicos -del tipo parques-; y, que siempre hay tiempo disponible para trabajar al perro. Y, ahí hay algo de ideología.

El “perro” del que estuvieron hablando los múltiples autores citados es el perro mascota, el perro de compañía, el perro de una familia de clase media de un país pudiente; o, lo que es lo mismo: el perro de una persona rica en recursos materiales, financieros, de conocimiento, y tiempo. De una manera un poco cínica, cruda, tal vez cruel, me gustaría nombrarla: la relación gringo-europeo con los perros. Una relación que, así como la epistemología occidental, está cargada con una pretensión de universalismo: es la única y es válida en cualquier contexto. Leyendo este libro me preguntaba a menudo: ¿y los perros callejeros? ¿Es necesariamente una mala vida la que llevan? ¿Y los perros salvajes, qué?  

No lo sé… Este libro es una herramienta útil, pero tengo mis diferencias. ¿Será señal de que me estoy volviendo un experto? Me parece que hay cosas que cambian en el contexto colombiano: la relación entre las personas es diferente ¿Qué pasa con los perros de trabajo? Ante la ausencia de presencia del Estado, pensando en su incapacidad para ejercer el monopolio del uso de la violencia, las familias y personas buscan tener perros fieros, pero que puedan ser educados y perros de familia. Un perro así es imposible según este libro. Sospecho que la siempre presente velada amenaza de la eutanasia que me encontré en el libro es precisamente porque el deshacerse de estos producto-perro es bastante común. 

Counterconditioning means teaching a new response, and desensitibization means learning to experience the stimulus without displaying the unwanted response.”. (p. 266)

Ahora, hay que contar cómo va la historia con mi perrita: ¡mal-bien! Aunque próximo a terminar mi curso y un 66% experto de libros, el proceso sigue muy complicado. Está mejor con la respuesta ante los estímulos, logra relacionarse mejor con otros perros (sin desbordarse de energía), y caminar con ella es bastante agradable (cuando está sola). Ahora, como estoy haciendo varias cosas al tiempo -en un proceso de ‘desensibilización’, de corrección de conductas y otro de enseñanza- esto va a tardarse un tiempo. Pero, ese es el resultado de no haberla enseñado en el momento dónde más podía aprender. Está bien. La quiero y ella me quiere. Es una linda y loca perra. Iremos caminando hasta Cuzco.

Cruzando un puente colgante sobre el Río Quindío.
Salento, Quindío. Colombia.

In fact, for all dogs, it is safe to say that training is forever.”. (p. 125)

Bibliografía:

  • Decoding Your Dog: Explaining Common Dog Behaviors and How To Prevent or Change Unwanted Ones
  • American College of Veterinary Behaviorists (Eds. Debra F. Horwitz y John Ciribasi, junto con Steve Dale.)
  • First Mariner Books Edition
  • New York
  • 2015
  • 360 páginas (después de un montón de herramientas)

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