El Castillo Blanco – Orhan Pamuk.

El Castillo Blanco

– Orhan Pamuk.

Soy un buen lector de Pamuk, más bien sueño con serlo.  Desde que me crucé con Orhan Pamuk años atrás, decidí entenderlo mejor, releyéndolo, siguiendo con más detalle su carrera. Puede que haya sido el interés que tengo hacia Turquía, o las amistades que allí tengo, cualquiera fuera el motivo seguí leyendo. Eventualmente, tenía que llegar a ese odioso momento que supone el poder hacer un ranking -una lista personal- de las obras de un autor.

Tal vez no he reflexionado sobre la novela de la misma manera que hice con Nieve. Probablemente no me pareció tan personal como ese viaje por la capital milenaria que sucede en Estambul: Ciudad de Recuerdos. De pronto, no me cautivó ni mantuvo inquieto como lo hizo Mi Nombre Rojo. Otra opción es que estaba esperando una historia retorcida, lenta y llena de personajes extraños como pasó en El Museo de la Inocencia. En fin, El Castillo Blanco no es mi obra favorita de Pamuk.

Curiosamente, fue a través de este libro que escuché por primera vez de este autor ganador del premio Nobel. Pero no fui capaz de encontrar esta novela. Por años la estuve buscando por otro nombre: “El Astrólogo y el Sultán”. Internet me dice que ese nombre sí existe y cuadra con la historia que está contenida dentro de El Castillo Blanco. Fue con ese otro título que busqué y no encontré libro alguno ni en casa ni fuera de ella, ni en capitales ni en provincias, ni en mi país ni por fuera. Fue justamente en esa búsqueda me crucé con los otros libros de Pamuk.

Sobre este libro me dijo un amigo: es una obra interesante para la introducción al pensamiento oriental, a cómo Oriente se ve a sí mismo y cómo ve a Occidente. En esa línea, dijo él, puede ser un libro que explora cómo Turquía se entiende a sí misma, o hasta un proceso de sus habitantes por dar sentido a ese bizarro proyecto de la historia. Ese mismo amigo me dijo: “Usted me había hablado tan bien de Pamuk que era imposible no cogerlo…” Fue ese lector quién encontró el libro, y fue su copia la que terminé leyendo. Él lo encontró por casualidad, casi por error. Es más, lo compró, según él, por mis constantes recomendaciones. Lo leyó y no quedó impactado.

Pero bueno, es un libro que fue leído. Es un libro entretenido, un libro que vuelve y juega con esa peligrosa obsesión que tiene Turquía frente a sí misma y el Otr-Occidente. Un libro que lo lleva a uno a cuestionar sobre eso: la definición del ‘yo’, y, la definición del otro. Un libro que invita a pensar cómo ambos terminan en un ejercicio co-constitutivo y co-constructivo. Así como Oriente y Occidente, pero en este caso también con nuestros protagonistas.

Este libro sin tanto mérito en lo estético sería, sin embargo, un curioso libro para sentarse y debatir: sobre su contenido, sobre el entre líneas, sobre el mensaje encriptado. De momento no lo he hecho, ni siquiera con el amigo que lo encontró, pero pienso llegar un día a hacerlo. Tengo que encontrar primero a otro amante de la lectura. Lo difícil es sacar al comelibros de su madriguera de libros. ¿Por qué será tan difícil hablar de libros en la cotidianidad? Pero también, ¿por qué serán tan especiales esas amistades que giran en torno a los libros?

Citas:

  • “No dudaba de que él haría cosas mejores, de que era inigualable, sabía que era más inteligente y creativo que nadie: en suma, era un joven cualquiera.” (pág. 17)
  • “Más tarde, en los años en los que me inventaba historias para vivir, recordé a aquel hombre que soñaba con vivir para contarlas.” (pág. 23)
  • “[…] de la misma forma que a los imbéciles les importaban un rábano las estrellas, a las estrellas les importaban un rábano ellos.” (pág. 54)
  • “Me irritó ver cómo crecía su confianza en sí mismo porque me consideraba un cobarde. Quise que se desprendiera de aquel orgullo vacuo que le otorgaba la temeridad.” (pág. 76)
  • “Pero debíamos buscas lo extraño y lo sorprendente en el mundo, ¡no en nuestro interior! Rebuscar de aquella manera dentro de nosotros mismos y pensar tanto en nosotros nos hacía desdichados. Y eso era lo que les había ocurrido a los personajes de mi relato: por eso los protagonistas no podrían soportar ser ellos mismos y siempre querían ser otros.” (pág. 166)

Bibliografía:

  • El Castillo Blanco
  • Orhan Pamuk
  • Literatura Random House
  • 172 Páginas
  • 2011

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