El Principito.

Lo prometido lo cumplí: ¡leí El Principito en francés! O, ¿será más apropiado decir Le Petit Prince? Como ya había hablado de él antes no lo haré nuevamente; tal vez un poquito de la experiencia. Es que estrictamente hablando es un libro repetido.

Leer en francés fue un reto mayor que el que yo esperaba. Claramente me confié, me sobre estimé. Así y todo, que lujo fue leer las conversaciones entre el Principito y el borracho, o con el rey, o sus diálogos con el zorro, todo esto en francés; ¡muy divertido! Tan solo espero prontamente poder leer con mayor facilidad en francés, pero para eso necesito más práctica. A ver si con un mejor francés pueda ya leer Boudelaire o Voltaire en su lengua original…

Sin embargo, no todo fue tan bello con el Principito, hubo algo esencial a los ojos que falló rotundamente: ¡la edición! Me crucé con un par de errores ortográficos y con otros más problemas en los diálogos: fue un fiasco. Al estar leyendo uno y encontrase con esto, la desmotivación no demora en llegar. Este es uno de los potenciales problemas con los que puede uno cruzarse al bajar al inframundo de los libros usados. Allí hay de todo: libros robados, saldos de librerías, libros en mal estado, malas ediciones, falsificaciones. Hay que aguzar bien el ojo para llevarse una buena joya. Entre esos libros viejos encuentra uno los títulos que ya hoy en día no circulan, por ejemplo, Sin Novedad en el Frente (Remarque) o los libros de historia de Arnold Toynbee solamente los he encontrado buscando en librerías de segunda. Pero sí, uno se encuentra este tipo de cosas. Tristemente lo más frecuente son los libros falsificados.

En cuanto a los libros con errores: es muy distinto que los puntos, comas, y guiones estén mal puestos por errores de edición, a que el autor intencionalmente lo haga así. No todo el mundo es José Saramago.


Publicado

en

,

por

Comentarios

Deja una respuesta