“Un león no se pregunta a sí mismo si es un león. Es un león.” (p. 204)
109. El Salvaje – Guillermo Arriaga
Este libro es un pendiente que tenía conmigo mismo -y, pues, con Mi Lista también ya que lo terminé de leer el 12 de Febrero de 2018. Qué deuda: toda una entrada y lo que ella implica: buscar el libro físico, hojearlo, copiar su ficha técnica, releer mis citas, ponderar mis apuntes, revivir un libro. Hay tantos que critican el vivir en los recuerdos, el estar en el pasado, pero, eso de volver a pensar un libro, acordarse del libro, ponderar, repasar un capítulo. ¡Qué gusto!
“Me angustiaba una duda: si el ser humano se completa a los nueve meses de embarazo, ¿qué sucede con aquellos que nacemos prematuros? Concluí que en los prematuros el curso evolutivo se interrumpe. Así, quienes nacen antes de tiempo lo hacen en un momento intermedio entre hombre y animal. Y aunque la socialización y la cultura subsanen esa falta de desarrollo uterino, queda en nosotros, los prematuros, la huella perenne animal.” (p. 53)
No es solo el libro el que me tiene andando entre las gardenias del ayer: nuevamente me encuentro remembrando el Hay Festival. Creo que debí haber ido en tres oportunidades, pero todas causaron en mí impactos que han durado. La versión Colombia y Caribe de este evento siempre se da en Cartagena a finales de Enero. Ocurre éste justo cuando la temporada de vacaciones de final de año va cerrando y ha pasado ya todo ese Apocalipsis del año: las novenas, los festivales de música electrónica, las celebraciones de año nuevo, de música clásica… Rayos, sí es movida esa Ciudad Amurallada en esas fechas.
Mi primera versión de este Festival de Literatura fue por allá en 2015. Junto a una amiga armamos el paseo virtualmente de una semana a la siguiente: dormimos en un apartamento vacío, en un colchón inflable que perdió su aliento en la noche, en un sofá, desayunábamos arepa de huevo en la calle, salimos de la oficina al aeropuerto, volvimos del aeropuerto a la oficina con las maletas encima. ¡Qué aventura! Al año siguiente no pude asistir. Luego, el que le siguió volvería con mi compañera de literatura. En esta segunda vez fue tal el impacto, tanto lo que hablé en casa, que se pegó al plan mi familia: mi madre viajó conmigo, mi hermana llegó de sorpresa. Es que los libros hacen parte de nuestra definición de hogar.
Estudiante que era entraba gratis; el único beneficio que encontré al haber postergado tanto mi grado. Los que nos estábamos «formando» ingresábamos al final, de últimos, detrás de esos tres grupos característicos de este festival: viejitos, platudos, y eruditos. Los estudiantes no teníamos boletas gratis para los eventos más concurridos, esos los pagábamos con el ceño fruncido. Fue un peregrinaje hasta enero de 2018: mi último Hay Festival hasta la fecha.
“Una generación buscaba desmarcare de la anterior y al hacerlo retó al rígido status quo, el cual solo supo responder con violencia y autoritarismo.” (p. 108)
Luego, me alejaría del Caribe durante mucho tiempo. En ese entonces, anhelaba visitar otro Hay Festival: el de Segovia, España. No lo logré: una pandemia atacaría… Quedé con los recuerdos como el de ese bellísimo patio interior del Centro de Formación de la Cooperación Española: cuando vi a Guillermo Arriaga.
En esos tres años de charlas y charlas pocos autores habían logrado causar un impacto como lo hizo este personaje y su muy personal conversación. Y eso que estuve en charlas con autores que llegaría a admirar como Yuval Noah Harari o Christophe Galfard, escritores favoritos de amigos Moíses Naím, sabios de América Latina como Jon Lee Anderson, al viejo Santiago Posteguillo, poetas colombianos como Darío Jaramillo o Pablo Montoya, Premios Nobel de Paz como Jody Williams y Humberto de la Calle. Ese festival presenta oportunidades tan únicas; y, sin embargo, está tan plagado de problemas…
Fue en la preparación del viaje a La Heróica cuando mirando el menú del Festival -los asistentes, las charlas, las locaciones- que me crucé con la sinópsis del autor. Me dije: ¡a este lo tengo que ver! En breve, Arriaga tiene más novelas, pero no lo conocía así tuviera por «peliculones» unos largometrajes cuyos guiones él escribió, entre ellos: Amores Perros (2020) con dirección de Alejandro González Iñárritu, y Babel (2006) también junto con González Iñárritu.
“Ser o no ser. Ser, querido Shakespeare. Siempre ser.” (p. 152)
Era la primera vez que lo veía y quedé mucho, obnubilado, sentía que la charla estaba dirigida a mí más que a nadie. Flechado, sí, flechado sería la palabra adecuada: habló un buen rato de cacería, también de palabras en latín. Fue de hecho con una frase en este idioma, atribuida a Aníbal, y también presente en el libro, con la cual cerré mi experiencia lectora. En esa época que escribía una frase al principio y al final de un libro puse: “At viam invenian aut faciam- El credo del salvaje, el reto a la quietud, al miedo, a lo predecible. La aceptación del horror de la vida.”
“Yo no bebía ni fumaba. Había decidido hacer sobrio lo que otros solo se atreverían a realizar ebrios.” (p.19)
Un libro de la vida. De lobos. De perros. De perros lobo. De combatir. Una novela. Y, ¡qué libro! ¿Si dije que era un libro dónde los perros son centrales? Por ejemplo, sobre el xoloitzcuintle, el perro sin pelo mexicano, el libro tiene lo siguiente: “Aquellos que en la vida maltrataron a su perro, no tendrán su auxilio para cruzar el río y deambularán perdidos en los laberínticos territorios de la oscuridad eterna.” (p. 161) ¡Qué libro!
Bibliografía:
- El Salvaje
- Guillermo Arriaga
- Penguin Random House Grupo Editorial, Alfaguara
- 2017
- Bogotá D.C.
- 693 páginas
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