Into The Wild – John Krakauer.
“I wanted movement and not a calm course of existence. I wanted excitement and danger and the chance to sacrifice myself for my love. I felt in myself a superabundance of energy which found no outlet in our quiet life.” (Cita de Leo Tolstoy – pág. 15)
Tengo que escribir esto lo más pronto posible porque me están carcomiendo las ganas de volverme a ver la película sobre la historia del joven Chris; que digo, Alex Supertramp. Eso y también un fuerte deseo por salir a la montaña.
La película, mantuvo el mismo nombre del libro, Into The Wild (2007) fue dirigida por Sean Penn y protagonizada por Emile Hirsch. Tiene, además, una excelente banda sonora por Eddie Vedder. La película es bastante buena. La he visto un buen número de veces. Viéndola la última vez pensaba en cuándo habrá aparecido la idea que los libros son siempre mejores que las películas. Tal vez pudo haber sido con la primera adaptación cinematográfica de un libro –no sé aún cuál sería esa.
¡Es un axioma! Es cierto, y mil veces más cierto todavía, los libros siempre son y serán mejores que las películas.
Empero, con esta historia hay una situación que vale la pena mencionar. La escenografía es imposible de imaginar sin haberla visto antes pues, los escenarios del American Wilderness desafían la imaginación -eso lo tiene la película. Sin tener así sea al menos una idea vaga del paisaje dónde se escenificó el increíble (y sin duda inspirador) viaje de Chris-Alex el lector no va a tener una noción clara del espíritu mismo del libro, de la relación de los jóvenes con la aventura, del misticismo de la naturaleza. Afortunadamente, hoy abundan las imágenes y ayudas audiovisuales: películas, documentales, Google. ¡Los invito a ver esos paisajes!
“I have been thinking more and more that I shall always be a lone wanderer of the wilderness. God, how the trail lures me. You cannot comprehend its resistless fascination for me. After all the lone trail is the best… I’ll never stop wandering. And when the time comes to die, I’ll find the wildest, loneliest, most desolate spot there is.” (Everett Ruess, carta, pág. 91)
Con esta historia tengo una relación fuerte, tanto interpersonal como intrapersonal. Fue una amiga quien me llevó de la mano a la película. Una amiga que atesoro y recuerdo con especial cariño cada vez que veo la película –cosa que hago sagradamente con cierta regularidad. Y, muy seguramente, volveré a pensar en ella cada vez que tome las páginas de este libro otra vez, porque es uno de esos libros que vale la pena releer; tanto por la elocuencia con la que escribe Krakauer –alguien a quien sin duda alguna voy a volver a encontrarme en mis años lectores- como por la historia misma.
Solo hay que ver estas citas:
- “The trip was to be an odyssey in the fullest sense of the Word, an epic journey that would change everything. He had spent the previous four years, as he saw it, preparing to fulfill an absurd and onerous duty: to graduate from college. At long last he was unencumbered, emancipated from the stifling world of his parents and peers, a world of abstraction and security and material excess, a world in which he felt grievously cut off from the raw throb of existence.” (pág. 22)
- “You are wrong if you think Joy emanates only or principally from human relationships. God has placed it all around us. It is in everything and anything we might experience. We just have to have the courage to turn against our habitual lifestyle and engage in unconventional living.” (pág. 57)
- “The pursuit of knowledge, he maintained, was a worthy objective in its own right and needed no external validation.” (pág. 74)
- “The solitude and total freedom of the wilderness created a perfect setting for either melancholy or exultation.” (Roderick Nash – pág. 157)
Tengo que ser sincero: el libro no fue fácil.
En primer lugar, tenemos la barrera del idioma. Krakauer domina y aprovecha su lengua materna, la exprime. Él no se contenta con esa levedad y superficialidad de muchos quienes usan el inglés por parco, simple, pragmático y al grano. Él, en cambio, busca palabras, plasma bellas frases, utiliza la universalidad de un idioma que conquistó al mundo. Pero, esto hace necesario leer el libro con diccionario en mano. Aunque no es problema, un libro que también expanda el dominio de otra lengua es algo especial.
En segundo lugar: el personaje, el autor, las historias, yo.
Desde un principio, allá en 2013 viendo la película por primera vez, sentí mucha identificación con su personaje principal: Chris McCandless. A la película llegué por recomendación junto con la siguiente observación “hay cosas que tú dices y piensas que vas a ver, te va a gustar mucho esa película; piensas parecido”. Así como lo dice Krakauer en un punto de su libro, al inicio, hay algo en él que veo en mí. Creo que hablo por mí, por el autor, por todos quienes lean, al decir que la personalidad de este joven es enigmática pero a la vez hipnótica; vive de la manera como muchos quisiéramos vivir, pero que no nos atrevemos: ¡bajo un código que le es propio! Al menos eso a mí me atrae, vivir auténticamente. “I have always been unsatisfied with life as most people live it. Always I want to live more Intensely and richly. ”(Everett Ruess, carta, pág. 91)
Es cierto que mejor habría sido poder conocer al joven cuya vida se plasmó tanto en el papel como en el rollo cinematográfico. Qué vida más extraordinaria la suya. Sin duda alguna es una historia que a alguien como yo le mete ideas espantosas en la cabeza: unas ganas increíbles de sencillamente saltarse todas las convenciones sociales que hemos aceptado, pero que nos han sido impuestas, y, salir a vivir la vida como es debido: entre libros, naturaleza y amigos [reflexión, libertad y amistad era la receta de Epicuro para la felicidad]. Sin embargo, es su muerte la que le da un matiz a toda su historia. Su deseo de retornar. Las conclusiones a la que llega. Su destrucción. En este caso, no era posible una historia de redención ni de salvación.
Por tanto, la suya es una historia que viene con un llamado de atención. Tan solo hay que ver en la película las contrastantes relaciones entre las figuras estoicas adultas y la de Chris. Un personaje que desde el inicio puede verse va encaminado a un mal destino, arde con una llama que le augura un destello fulgurante pero también fugaz. Todos a su alrededor se lo advirtieron. Todos a su alrededor lo conminaron a ir más despacio. A ser menos exigente consigo mismo, con los demás, con su contexto. Me quedó grabado el episodio de sus entrenamientos corriendo: cada vez más, cada vez más lejos, por lugares diferentes, sin ruta, ni rumbo. En esa sobre exigencia hay inseguridad, un deseo de probarse a sí mismo y a sus demás su valía. Es lo mismo con el viaje a Alaska. Con vivir en solitario en uno de los puntos más agrestes de la Tierra: demostrar que se es capaz de. Ese vacío era imposible de llenar.
Hay quiénes ven en él a alguien egoísta, y sí, tal vez sea ese el caso; pero siempre fue un egoísmo sincero, abierto y transparente, un deseo de huir y estar solo, a nadie se lo ocultó más que a su familia. Fue un personaje que se fue en un viaje de sanación y auto descubrimiento, pero un viaje que también guardaba un firme propósito de devolver las heridas infringidas. Las personas no somos fáciles, todos tenemos una fuerte complejidad. Él tuvo que irse a la mayor soledad posible para aprender el valor de la compañía. Pero, así como al lobo estepario, su soledad lo terminó consumiendo. Cuando en compañía todo es más fácil.
La historia resonó en mí, pero, no quiero una senda de auto destrucción; quiero volver, siempre volver, porque la felicidad solo es real cuando es compartida.
Bibliografía:
- Into The Wild
- Jon Krakauer
- Edición de 2015 (1996)
- Anchor Books
- 215 páginas
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