Los hijos de la Media Noche

Los Hijos de la Media Noche del indio Salman Rushdie. Pensar que este libro lo terminé dentro del recinto del ‘honorable’ Congreso de la República. ¡Ah! Y se apareció un gato –sabe Dios de dónde salió- y se asustó con tanta rata… Pero de este evento no se habló en la prensa: era demasiado fácil, el universo en su aleatoriedad nos la dejó muy fácil.

La historia contada por Rushdie sigue la vida del pequeño Sinai, Saleem Sinai. Un joven de familia musulmana nacido justo cuando las manecillas del reloj marcaron las doce de la noche el día en el cual la India nació como un Estado. Mágicamente, entretejiendo hechos reales con fantasía, tergiversando otros, fabulosamente decorando algunos más, Rushdie sigue la vida de ese joven país durante sus primeras décadas: narrándola a través la vida de uno de los niños que nació en esa medianoche, nacimiento compartido que los dejó por siempre ligados.

Después me enteré que Rushdie es un exponente del Realismo Mágico, así como Gabo: ¡si oye mija ése Salomón es realista! ¡realista mágico como nuestro Gabo! Impresionante que sea la fantasía al medio al cual tenemos que recurrir para lograr dar sentido a la historia. Y es que la India sí que ha tenido una gran historia a lo largo del siglo XX: Guerras, Armas Nucleares, revueltas civiles, violencia religiosa, represión política. Tal vez recurrir a la ficción era la única manera de dar algo de sentido a esa realidad.

El libro es mágico, fabuloso, no solo porque la India así lo sea, sino por la narración de su autor. Además, los libros que tienen un glosario al final con palabras en otro idioma siempre tendrán un lugar especial en mi corazón.


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