Medallones – Zofia Nalkowska

Medallones

– Zofia Nalkowska

No puedo decir que este sea un bonito libro. Tampoco puedo laudar a sus personajes ni a las personas contenidas en sus historias. No es un libro de héroes ni de heroínas. Medallones es una recolección de historias cortas de uno de los episodios más oscuros (tal vez el más sonado) en la historia reciente: el holocausto Nazi, más puntualmente, el paso de éste por Polonia. Historias de Ucrania, que también vivió algo terrible, innombrable, no hacen parte de este libro.

“Esta empresa, pensada y realizada con tanto rigor, fue obra de hombres. Fueron hombres quienes la ejecutaron y hombres quienes la padecieron. Fueron hombres quienes a otros hombres depararon semejante destino.” (pág. 78)

Este libro invita a la reflexión, creo que es justamente su intención -según entiendo. Llevarnos a pensar sobre ese episodio de la historia. En mi caso pensaba sobre lo que es la experiencia humana; circulando una idea, más bien una impresión, que me hice hace algún tiempo, creo que con Demián de Herman Hesse, y es que toda la experiencia humana está contenida en cada uno de nosotros. Por tanto, es cierto que, así como la bondad de la humanidad puede estar contenida en un solo hombre, es también el caso para toda la maldad de la humanidad. La maldad y la bondad solamente necesitan de una persona, nada más, para perpetuarse y continuar existiendo. En cada uno de nosotros llevamos todas las posibilidades de la humanidad.

Si tomamos lo anterior como cierto -que somos contenedores para toda la maldad y toda la bondad de la cual es posible nuestra especie- hay una serie de enunciados que se vuelven complicados, casi todos en torno a la manera cómo las tradiciones judeocristianas han abordado al ser humano individual y colectivamente. Sin embargo, a pesar de lo que tengan para decir todos los dogmáticos y protestánticos por igual, esto no es del todo malo. Si pensamos en Abraxas esa deidad que contiene dentro de sí la luz y la oscuridad (entidad que fue justamente presentada en el libro arriba mencionado) podemos abordar a todo ser humano, inclusive a nosotros mismos, de una manera mucho más sana, mucho más madura y adulta. Entendiendo que cada uno tiene fortalezas y debilidades, maldad y bondad, cosas positivas y negativas por igual.

Pero, no podemos negar, ni mucho menos esconder, ni la una ni la otra. Ambas caras hacen parte de nosotros mismos. Ambas facetas hacen parte de la humanidad. Por tanto, tenemos que hacer el doloroso ejercicio que incluye leer Medallones y buscar de alguna manera perdonar a quienes lo hicieron posible y perdonarnos a nosotros mismos, pues, dentro de nuestro pecho late esa posibilidad. Entender la humanidad dentro de cada uno de nosotros implica ver lo bueno y lo malo de la humanidad fuera de nosotros.

“Esas inconmensurables masas humanas fueron gaseadas y quemadas gracias a una organización escrupulosamente meditada, racionalizada, eficiente y perfeccionada. Aunque tampoco se renunciaba a métodos más arbitrarios, propios de aficionado, acordes con gustos personales.” (pág. 75)

En otra nota, es curioso que hay temas que nos llamen tanto la atención. Temas que nos tientan. Temas que hacen lo que las sirenas con Odiseo, quien solo pudo resistir a su canto atándose al mástil. Esos temas pueden llevarnos a la locura, a la obsesión, pero también pueden llevarnos a algo más excelso. ¿Qué nos dirá sobre nosotros mismos esos temas que nos llaman como las sirenas? ¿Cómo podremos conocernos mejor: dejándonos atados o sin escuchar? En mi caso están la guerra, la historia, el mundo clásico, los tiranos, las distopías, la prehistoria… Temas sobre los cuáles podría leer ininterrumpidamente. Yo no me había sentado a pensar sobre esto hasta cuándo me vio mi madre -quién me inicio en el ejercicio lector- con este libro entre las manos y preguntó sobre el mismo; cuando le conté me responde: “Yo no sé qué tiene, pero la Segunda Guerra Mundial es algo que me llama. Es casi como si tuviera un pendiente, como si hubiera estado allí…” Esas frases me dejaron pensando. ¿Qué hay detrás de esas obsesiones?

Posteriormente, se presentó nuevamente la oportunidad de hablar de este libro y me encantó su poder para suscitar conversaciones. Hay que aclarar que tristemente son los terrenos comunes aquellos que más fácilmente llevan a las conversaciones, digo tristemente porque así es muy fácil quedarse en los mismos temas, quedarnos en lo que compartimos y no adentrarnos en lo que no compartimos. Justamente lo que tenemos que hacer es un poco de ambos: algo de lo que nos acerca, algo de lo que nos aleja.

La mención de este libro sobre la mesa de la cena nos llevó a un terreno común y conocido: la Segunda Guerra Mundial. Hablamos de lo que pasó, de quienes lo hicieron posible, de cómo pareciera que se está olvidando, mencioné El Siquiatra y el Nazi (Jack El Hai) para refutar la idea que quienes lo habían liderado estaban locos. Luego hablamos de la invasión a la Unión Soviética y el liderazgo de Hitler y se presentó una oportunidad única de traer a colación La Máscara del Mando (John Keegan)…

¿Ven el poder de los libros?

Este libro llegó a mí el día de mi cumpleaños. Aunque fue un regalo, llegó con una peculiar dedicatoria: una dedicatoria sin firma. Las dedicatorias son importantísimas, oportunidades para plasmar ideas de nuestras relaciones con las personas, brindan la excusa perfecta para hacerlo con la protección de no tener que hacerlo de frente, desde la muralla que brinda el libro podemos hablar de miedos, vicios, pasiones, virtudes, sueños. Pero, dejar una dedicatoria innominada, eso es algo que nunca se me había pasado por la cabeza.

Citas:

  • “Debo decirle que yo quería vivir. No sé por qué, ya que no tenía marido, ni familia, ni a nadie, y quería vivir. Me faltaba un ojo, tenía hambre y frío, pero… quería vivir. ¿Por qué? Se lo voy a decir: para contarlo todo, como se lo cuento ahora a usted. Para que el mundo supiera lo que ellos hicieron.” (pág. 54)
  • “En las situaciones extremas con que se enfrentaron sociedades enteras en los años de la Segunda Guerra Mundial ante el exterminio del pueblo judío y ante el genocidio de centenares de miles de personas por otros motivos, los únicos que estuvieron a la altura fueron aquellos que habían sido sometidos en carne propia a la prueba de una elección decisiva. Muchos lo pagaron con la vida. Ninguno de los supervivientes puede decir de sí mismo que hizo lo suficiente para salvar a los otros. Pero tampoco nadie que no haya pasado por semejante experiencia debería -con fines políticos o polémicos- acusar sin más a los otros de que no fueran héroes.” (pág. 87 / Nota de Irena Wroblewska-Korsak) [el énfasis es mío]

Bibliografía:

  • Zofia Nalkowska
  • Medallones
  • Editorial Minúscula
  • Barcelona
  • 2009
  • 87 páginas

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