Mi nombre Rojo

El libro número 21 de La Lista de mil novelas que hay que leer.

Me Llamo Rojo de Orhan Pamuk.

Esto es increíble: ¡ES EL ÚNICO LIBRO EN LA LISTA DEL PREMIO NOBEL TURCO! Teniendo Pamuk libros tan increíbles como Estambul o Nieve, u otros tan famosos como El Castillo Blanco o El Museo de la Inocencia… Bueno, aunque Estambul Ciudad de Recuerdos no creo que cuente como una novela; por tanto, no hay que molestarse porque no entre dentro de la lista… Pero, así y todo, definitivamente esta lista debe ser una guía, tiene muchos silencios, incómodos vacíos por los cuales uno debe irse alejando de vez en cuando de ella. Hay mucho que no entró en su radar.

Me Llamo Rojo, un libro enigmático (y algo complicado) éste –como los que he leído del autor, ¡Nieve es una bomba! En él Pamuk se mete de nuevo de lleno en eso que es la esencia turca, el ser turco, no ser ni de aquí ni de allá, ser un puente, ser un pueblo de intercambios. En este caso del mundo Otomano, el antecesor político administrativo y cultural inmediatamente anterior a la República de Turquía. ¡Eso les pasa por escoger el bando que no era! Hay como cambia el destino con la guerra, Estados se crean (Yugoslavia), Estados desaparecen (El Imperio Austrohúngaro), a naciones se les otorgan estados (Polonia), otros Estados tienen que salir en búsqueda de una nación (Turquía). Los turcos eran unos entre muchos de los pueblos que conformaban el crisol que fuera el Imperio y por siglos Anatolia ha sido un punto de intercambio y de convivencia: griegos habitaban en ella desde los primeros Imperios persas, Roma se estableció en ella, escandinavos la visitaron en la Edad Media, franceses e ingleses también, armenios vivieron allí (y fueron asesorados por el mismo Aníbal), los turcos son otro más de los pueblos que allí han vivido.

Y es sobre esto sobre lo que versa el libro: sobre el intercambio. Cómo en un momento dónde se empieza a entrever el declive del Imperio su sultán intenta emular a los poderosos Estados europeos en algo que parece a simple vista muy banal: ¡un libro! Tantos pueblos lo han intentado: copiar lo que las sociedades ‘más avanzadas’ iban produciendo, sin modificar verdaderamente las instituciones políticas, administrativas, sociales o económicas que es lo que realmente importa.

Un libro, un carro, una brújula, la producción en línea, son artilugios, son resultados. Lo verdaderamente importante: el imperio de la ley, la recolección eficiente de impuestos, las elecciones transparentes, el derecho a la propiedad privada, los mercados competitivos, y así… ¡Esos nunca se copian! Siempre son los artilugios, por eso tantas revoluciones que intentaron llevar naciones pobres a la riqueza fracasaron. En cambio los japoneses, ésa es otra historia.

El libro es un poco confuso puesto cada capítulo viene con un nuevo narrador -que puede venir de cualquier lugar. No es un libro típico, tampoco tradicional. Esto lo hace un gran libro. Algo diferente del resto. Teniendo conocimiento de esto yo recomiendo tener papel y lápiz a la mano para hacer seguimiento de los personajes. Particularmente a mí los nombres en otros idiomas me generan cierta dificultad, ¿cuándo en la vida se encuentra uno con una Ceylan? Además que muchos de estos nombres significan algo, eso siempre es bueno saberlo.

Me Llamo Rojo, entrelaza asesinatos con pintura, sigue a los miniaturistas encomendados del desarrollo del libro, pero mezcla también pintura con religión, religión con arte, arte con la concepción del mundo, el mundo con el dios musulmán, el significado del arte… Hay un buen número de conversaciones muy interesantes entretejidas en la narrativa: ¿qué nos es posible conocer? ¿Qué es lo que vemos? ¿Son los sentidos confiables? ¿Es el mundo que vemos tan solo una tergiversación de lo que el creador quiso que viéramos? ¿Al pintar desde nuestra imaginación intentamos crear? ¿Juega el hombre a ser Dios con el arte? Me recordó mucho de la alegoría de la caverna de Platón. Esos los libros que vale la pena leer y discutir, los que traen a colación (o nos recuerdan) las preguntas más difíciles de la humanidad.

Una obra imperdible de este amigo mío, el nobel turco Orhan Pamuk. Obra qué, de manera magnifica, está contada desde un millón de distintos puntos de vista: el asesino, un profesor, un dibujo, un color.

Quiero tener los libros de Pamuk en mi biblioteca, pero este lo tomé prestado y si no lo devuelvo recibiré una multa…


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