Querida Ijeawele – Chimamanda Ngozi Adichie

Querida Ijeawele: Cómo Educar en el Feminismo

– Chimamanda Ngozi Adichie.

“Enséñale a tu hija que los ‘roles de género’ son una solemne tontería. No le digas nunca que debe hacer algo o dejar de hacerlo ‘porque es una niña’.”. (p. 28)

Interesante es el hecho que ninguno, NINGUNO, de los libros de Chimamanda hagan parte de la lista de las mil novelas que hay que leer. Es la primera vez que escucho de esta autora, a diferencia mía muchas a mi alrededor han leído sus obras. Sin embargo, yo no, ¡ninguna! Cero en Chimamanda, tal como la Lista.

Recuerdo a un hombre que dijo que el período era como la mierda. Mierda sagrada, le respondí, porque no estarías aquí si no existiera”. (p. 80)

Hay pocos africanos dentro de la lista: tenemos al nigeriano Chinua Achebe (Todo Se Desmorona y Termiteros de la Sabana), a la premio Nobel sudafricana Nobel Nadime Gordimer (La Gente de July), al senegalés Ousmane Sembene (God’s Bit of Wood), al egipcio premio Nobel Naguib Mahfouz (Entre Dos Palacios), al sudafricano Alan Paton (Cry, the Beloved Country) y a otro sudafricano nobel JM Coetzee (Desgracia). Chimamanda es una mujer, escritora, africana, feminista. ¿Una minoría? Yo creo que sí. Dentro de la Lista la autora más o menos cercana a Adichie sería Alice Walker: una mujer negra, estadounidense, quien con The Color Purple hace parte de las 1000 Novelas.

Para mí, el feminismo siempre es contextual. No tengo una norma grabada en piedra; lo más parecido a una fórmula que tengo son mis dos ‘Herramientas Feministas’ y quisiera compartirlas contigo como punto de partida.
La primera, es tu premisa, la creencia firme e inflexible de la que partes. ¿Cuál es tu premisa? Tu premisa feminista debería ser: Yo importo. Importo igual. No ‘en caso de’. No ‘siempre  y cuando’. Importo equitativamente Punto.
La segunda herramienta es una pregunta: ¿puedes invertir X y obtener los mismos resultados?”. (p. 16)

En la lista no hubo sitio para Wole Soyinka, ni Amos Tutuola, ni Camera Laye -encontré como muy recomendado su The African Child. En ella no hay nada de Dinaw Mengestu (The Beautiful Things that Heavens Bears o How To Read the Air). Tampoco nada de Mariama Ba (So Long a Letter, Scarlet Song), ni de Buchi Emecheta (In the Ditch o Second Class Citizen). Menos de Bessie Head (When Rain Clouds Gather, Maru, A Question of Power), nada de Ngugi Wa Thiong’o (Weep Not Child, The River Between, A Grain Of Wheat). Volvemos entonces al sesgo. Esta lista es una buena guía, un buen patrón para arrancar, pero no está exenta de cargas emocionales, nacionalistas, de clase. Fue construida por seres humanos, lo más común -más no aceptable- es que sea algo chueca también.

Háblale sobre la diferencia. Convierte la diferencia en habitual. Haz normal la diferencia. Enséñale a que valore la diferencia. Y no es para que sea justa o buena, sino simplemente para que sea humana y práctica. Porque la diferencia es la realidad de nuestro mundo. Y al enseñársela, estás equipándola para sobrevivir en un mundo diverso.”. (p. 88)

Por consiguiente, no hay que ser tan duro con La Lista, sino reconocer de dónde viene, identificar sus fortalezas y buscar cambiar sus puntos débiles -¿será el destino de este proyecto de mil libros en 10 años una lista incluyente, colorida, diversa, global? Estoy seguro que de ir a cualquier librería colombiana difícilmente me hablarían de los libros arriba citados, es probable que me reciban con: “No, ése ya no se consigue” o “Ése nunca lo editaron en español”… Es comprensible el poco el interés que nuestra sociedad da a los libros: precio, tiempo, prioridades. Aparte, en vez de interesarnos por el mundo, nos quedamos sentados, esperando a ver qué será traducido en España, México, Perú o Argentina y luego traído a Colombia. ¿Cuándo traduciremos nosotros activamente? ¿Cuándo nos volveremos políglotas para así leer más del mundo a nuestro alrededor? ¡Quedarnos solo con el Castellano -y algo de inglés- es darle la espalda al mundo! Estoy hablando de mí propia relación con la literatura, claro está.

Enséñale a cuestionarse el uso selectivo que hace nuestra cultura de la biología como ‘razón’ para las normas sociales.”. (p. 73)

Ahora bien, volviendo a mis impresiones sobre el libro. La primera de las cuales es una idea recurrente: las dedicatorias. Este libro llegó a mí por recomendación. Lo leí con atención pensando en que es muy importante para esa persona. Al leerlo entendí porqué. De entrada, su importancia se ve con la dedicatoria de la madre a la dueña del libro: “Hija, al leerlo encontré que intenté pasarte estos principios, si algo me faltó te lo dejo en voz de esta gran mujer. Te quiere mucho, Mamá.” Habla de una relación muy especial: aquella de madre e hija, compañeras, camaradas. Habla de un difícil camino: ser mujer plena en un entorno misógino, violento y conservador. Las dedicatorias son algo muy especial. El libro, con estas palabras ganó un valor incalculable. Es un recordatorio. Un repositorio. Un empuje. Un apoyo. Un vínculo. Un aliado. Un libro siempre gana con una dedicatoria.

Enséñale sobre la opresión, ten cuidado de no convertir a los oprimidos en santos. La santidad no es prerrequisito de la dignidad. La gente mentirosa y cruel también son seres humanos, y también merecen ser tratados con dignidad.”. (p. 86)

Ahora, si no hubiese sido por la recomendación no habría leído este pequeño, corto y contundente libro. Empecemos por su título: habría causado rechazo. El título en inglés me espanta: Dear Ijeawele A Feminist Manifesto in Fifteen Suggestions. Suena frío y pesado, no le hace justicia a un libro que versa sobre cómo criar a un ser humano que respeta su humanidad y la de los otros. Un libro bello por sí mismo, con una intención y propósito hermosos detrás. Tanto sirve para educar a una niña, como a un niño, dentro del feminismo, dentro de la humanidad. Tristemente me quedo con las cosas conocidas, con lo que me genera tranquilidad, con aquello que refuerza puntos de vista. Eso es lo genial las recomendaciones. Leer no puede ser una actividad solitaria: tiene que realizarse en conjunto. La vida es un intercambio de filosofías, dijo una vez mi padre. Sin embargo, corremos el riesgo de quedarnos con lo conocido, con la zona de comfort. Por eso, hay que recomendar libros, hay que pedir recomendaciones de libros. Vida no hay solo una.

Citas:

  • “Hacedlo juntos. ¿Recuerdas que en primaria aprendimos que el verbo es una palabra de ‘acción’? Pues bien, un padre es tan verbo como una madre”. (p. 24)
  • “Si no les ponemos a nuestros hijos la camisa de fuerza de los roles de género les dejamos espacio para que alcancen su máximo potencial.”. (p. 32)
  • “El bienestar de una mujer debe basarse en algo más que la benevolencia masculina.”. (p. 37)
  • “La triste verdad es que nuestro mundo está repleto de hombres y mujeres a quienes no les gustan las mujeres poderosas. Nos han condicionado tanto con que el poder es masculino que una mujer poderosa nos parece una aberración. Y como tal la vigilan.”. (p. 40)
  • “Enséñale también a cuestionarse la idea de que las mujeres son especiales”. (p. 48)
  • “Enséñale a rechazar la obligación de gustar. Su trabajo no es ser deseable, su trabajo es realizarse plenamente en un ser que sea sincero y consciente de la humanidad del resto de la gente.”. (p. 57)
  • “Anímala a decir lo que piensa, a decir lo que opina en realidad, a decir la verdad. Y luego, alábala cuando lo haga. Alábala sobre todo cuando se plante en una cuestión difícil o impopular porque resulta que es su opinión sincera”. (p. 59)
  • “Para asegurarte de que no hereda la vergüenza de ti, tienes que liberarte de la vergüenza que has heredado. Y sé lo difícil que puede resultar. En todas las culturas del mundo, la sexualidad femenina tiene que ver con la vergüenza. Incluso culturas -como muchas occidentales- que esperan de las mujeres que sean sensuales, no esperan que también sean sexuales”. (p. 79)

liografía:

  • Querida Ijeawele: Cómo Educar en el Feminismo
  • Chimamanda Ngozi Adichie.
  • Random House
  • 96 Páginas
  • 2017

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