Rachel Carson – A Silent Spring

Casi que no podía creer cada página que leía de este libro. Me sonaba todo tan reciente, tan típico del presente; ¡pero! es un libro que se aproxima a la tercera edad. ¿¡Lo hemos sabido durante tanto tiempo!? Imposible

The question is whether any civilization can wage relentless war on life without destroying itself, and without losing the right to be called civilized.”. (p. 99)

¿Qué quiero decir? Que este hoy, mi momento presente, es aquel del cambio climático, de la extinción de las especies, del derretimiento de los polos: ¡El ‘Antropoceno’ [woooooo]! Lo estamos viviendo a diario. Esa edad geológica con su constante superación de records en lluvia o su ausencia, calor y frío, etc. ¡Y ya Carson -como tantos otros- venían escribiendo sobre esto desde mediados del Siglo XX!

Hablamos de la existencia de una nueva capa en la superficie de la Tierra: ¡la edad del impacto del hombre! Una sección que debe ser visible en distintas partes del planeta y que sea diferente de aquellas que yacen debajo -que es lo mismo que ‘antes’ en la cronología lineal del planeta que este poco-incluyente-muy-occidental debate ha determinado. Las fronteras entre capas se conocen como una «Sección estratotipo y punto de límite global», en inglés «Global Boundary Stratotype Section and Point«, o más coloquialmente como ‘Golden Spike‘. La idea es tener estratigrafías claramente diferentes las unas de las otras, por ejemplo: con la presencia o ausencia de determinadas especies (que ha sido lo más común).

Con la idea del «Antropoceno» hay muchas dificultades: antropológicas, ¿qué implicaciones tiene vivir en una nueva era geológica?; políticas, ¿por qué ése y no otro nombre?; y éticas, ¿han tenido todos los humanos el mismo impacto? En lo técnico-científico (lo que ha dominado este debate) tenemos una pregunta importante: ¿qué escoger para esta nueva era que no esté presente en las anteriores? Carson correctamente señalaría los biocidas químicos: pesticidas e insecticidas. Otras opciones son los isótopos radioactivos, los micro-plásticos, o el descenso global de temperatura que siguió al exterminio de indígenas en el Nuevo Mundo.

El Antropoceno trae consigo una poética propia, un lenguaje que le es suyo, el de los dos caminos: destrucción/distopía, o salvación/utopía. Hoy, en cada noticiero, en artículos académicos y taxis: solo dos opciones que a su vez (dentro de esta narrativa) ponen en un punto límite a las instituciones con las que convivimos. Hablamos una y otra vez de ‘soluciones y expertos’: “se necesita una intervención (del Estado)”, “hay que cambiar el modelo de producción (el mercado)”, y et cétera, et cétera, et cétera.

O, más bien, blah, blah, blah…

Se vuelve tedioso: siempre la responsabilidad (y la agencia) está en una entidad externa. Pocas veces en la manera como cada uno de nosotros se comporta y vive; acciones que permiten la continuación de las cosas como las cosas están. De esta manera, es también el mundo de la esquizofrenia (o tal vez negación) colectiva: la capacidad de continuar viviendo de determinada manera en reconocimiento que es el estilo de vida actual el causante del problema.

We stand now where two roads diverge. But unlike the roads in Robert Frost’s familiar poem, they are not equally fair. The road we have been travelling is quite deceptively easy, a smooth super-highway on which we progress with great speed, but at its end lies disaster. The other fork of the road -the one ‘less travelled by’- offers our last, our only chance to reach a destination that assures the preservation of our earth.”. (p. 240)

Además, en esta poética siempre está la desconexión. Apartarse. Tomar una maletita, cargarla con un poquito de privilegio (información, idiomas, internet, pasaporte, propiedad privada), o su opuesto (estar desbordado con la falta real, o aparente, de esos privilegios), y decirle a la familia, vecinos y al mundo: “¡esto no me compete!», «No hablo de política.» «Me voy a vivir en una pequeña finquita y a aprender de permacultura, dónde solamente tomaré duchas con agua fría.” O alguna derivación.

Pausa. Creo que me he adelantado, y me he adelantado mucho.

Primero, lo primero, el libro: A Silent Spring de Rachel Carson. Este es un clásico dentro de la literatura de ciencias naturales, así como dentro de la literatura de conservación. Su nombre ha surgido una y otra (y otra) vez en buena cantidad de mis libros recientes. Muchos ven en sus páginas a una pionera en la democratización de la información rigurosa. Y lo es. En este libro Carson recopila cientos de artículos, estudios, libros, entrevistas, casos de estudio y demás, que versan sobre un común: el uso masivo e indiscriminado de pesticidas, insecticidas y fungicidas (que ella acertadamente llama biocidas, que matan la vida) y el impacto que estos productos tienen sobre la ecología y la biología, sobre las relaciones entre seres vivos de distintos ordenes, así como también al interior de estos seres. Y sí, uno de esos seres es el simio que (a veces) piensa.

The ‘control of nature’ is a phrase conceived in arrogance, born of the Neanderthal age of biology and philosophy, when it was supposed that nature exists for the convenience of man.”. (p. 257)

Este libro llegó a mí a través de un post en una red social. Alguien se quería deshacer tanto de este libro como de The World Withous Us de Alan Weisman. ¡Los tomé de inmediato! Esta persona me deseó buena suerte, explicándome que el libro le había llegado muy económico y que quería que fuera igual cuando lo entregase. ¡Necesitaba de esa suerte! Fue difícil leer este libro: lo que esta autora ha recopilado es impactante, ¡es casi imposible de creer!

Tanta muerte y sufrimiento de mascotas, personas, animales salvajes, bosques, en el presente y en el futuro… Dónde los motivos presentados para su uso son tan poco comparables con el impacto: acabar con una plaga que no lo era, destruyó la capacidad de reproducción de las aves; reducir la cantidad de mosquitos en un lago recreativo, mató todos los animales interactuando en él… ¡Y así! Constantemente me entristecía al leer.

Siempre me quedaba la inquietud: a pesar que dentro del libro hay algunos casos del Sur Global (en Sudán, Sudáfrica y semejantes), ¿cómo serán las cosas allí dónde no hay seguimiento? ¿Dónde no hay agencias especializadas? ¿Dónde las personas son menos personas? ¿Será que hoy día en Colombia se utilizan esos pesticidas de los que Carson habló? ¿Cuál será su impacto?

¡Tantas preguntas! ¿Dónde estarán los libros?

The chemical agents of cáncer have become entrenched in our world in two ways: first, and ironically, through man’s search for a better and easier way of life; second, because of the manufacture and sale of such chemicals has become an accepted part of our economy and way of life.”. (p. 213)

Bibliografía:

  • A Silent Spring
  • Rachel Carson
  • Penguin Books
  • 1962
  • Great Britain
  • 317 pages

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