El viejo Follet.
Ya le digo así porque lo siento como un amigo que conozco desde hace varios años. Una persona con la que he compartido tardes con un buen café, esperas de banco y noches con una ‘pola’ (cerveza en dialecto Bogotano); son todos estos escenarios en los cuales he estado leyendo alguno de sus libros. Bueno, no han sido precisamente momentos con él, toda una figura internacional, sino con varios de sus libros. Han sido tantas páginas desde los Pilares de La Tierra, pasando por Una Columna de Fuego. Siete libros que conforman dos series: The Century, y luego Kingsbridge. El libro de hoy, The Evening and The Morning, la precuela (al parecer sí es una palabra y sí un anglicismo) de la serie de Kingsbridge.
En algún momento, durante los meses del Covid, supe que Mr. Follet había vuelto a publicar. Estando en un lugar dónde los libros eran tan costosos dejé la compra “para después”. Fue tanto el tiempo que pasó que, ya en diferentes latitudes y longitudes, me enteré que había un libro más. Confirmé en su página web oficial -tan curioso el mundo de los libros de hoy- y me dije: “ya hay dos nuevo, ambos para después”. Los días fueron pasando, las semanas también, los meses más tarde. ¡Me olvidé de este libro! Hasta cuándo lo encontré de nuevo; y, en mejor lugar, imposible.
Las librerías de segunda me encantan. Las busco donde quiera que vaya. Tengo unas favoritas -como Merlín, en Bogotá-, y hay ciudades que son librerías de segunda que permiten que personas residan -como Buenos Aires-, pero si uno quiere irse en grande, pues hay que ir a los Estados Unidos. Everything is bigger in Texas. Primero, fue una librería de segunda descomunal en la Costa Oeste; en Oregon. Luego, fue Monroe Street Books a las afueras de ese pequeño pueblo que tan bien me ha acogido, Middlebury, en medio de ese bello estado que por poco y fue Canadá, Vermont.
Monroe Street Books es una bodega del tamaño de un hangar. El exterior intenta pasar desapercibido, camuflándose como uno de esos graneros de paredes rojas y techo blanco. Uno entra y lo que encuentra es una bóveda repleta de libros. Los anaqueles están colmados desde el suelo hasta un techo a más de cuatro metros de altura -sí, hay tomos que para tomarlos hay que buscar escalera de trabajo. Su librero no tiene idea cuántos libros tiene, como tampoco dónde están, mucho menos qué. Él tiene una mediana idea de la orientación de las cosas, por temas, género, autor, pero más de ahí, nada. Es adentrarse en territorios desconocidos.
Un librero siempre es un personaje particular -ley-, el de Monroe Street Books se la pasa escuchando eclécticas mezclas de música: tanto puede estar sonando música clásica, como The Police. Siempre está atento a las preguntas, e intenta recordar a quienes lo visitan. Fuera, organiza una pila de libros todos por USD 1 dónde esconde una que otra joya para premiar a quien sea curioso. Allí me encontré con Sapiens de Yuval Noah Harari, que fue debidamente regalado a un gran amigo.
Como siempre: visitar una librería de segunda es todo un placer. Perderse allí es un pre-rrequisito: las estanterías están lo suficientemente señalizadas como para uno empezar a deambular. Los libros de ficción están al fondo, organizados alfabéticamente por el apellido de su autor; en la esquina suroeste la A -dónde no encontré Albert Camus-, en la noroeste la Z. Para mí Monroe Street Books es parada obligatoria. Siempre que puedo paso por allí. Siempre que se me presenta la oportunidad invito a otros a este mundo de toneladas de libros. Es apabullante. Empequeñece. ¿Cómo habría sido Alejandría? Lo visité asiduamente y de sus anaqueles extraje dos joyas: un libro que creía no poder encontrar nunca (Los Viajes de Motocicleta de Ernesto Ché Guevara); y otro libro que temí no volver a ver jamás (Wolf Totem, de Jiang Rong).
Cuando pregunté por Follet, este librero de pelo oscuro, tez con bronceado de bibliotecario y ojos punzantes -tal cual Snape- me hizo cara de pocos amigos. Me arrojó esos ojos que juzgan que tenemos todos quienes leemos para esos que buscan algo que no es de nuestro agrado. Sé bien como se sienten esos ojos: he estado a ambos lados de esa mirada. Solo es escuchar esa frase que tanto escozor me da: “Mi autor favorito es García Márquez, lo leí en el colegio…” [Insertar Cara Sombría]. Volviendo a Vermont, al escuchar mi requerimiento, respondió planamente una frase que escondía ‘resuelva solo’: “Al fondo, hacia el medio, por la F”. Y sí, allí estaba: había una copia de cada uno de sus libros en la estantería; luego, sobre el piso, una pila con varias copias de cada uno de los títulos que construyen sus dos series más famosas.
¿Y esto? Me pregunté… Leyéndolo, entendí porqué.
Las condiciones de mi disfrute de este libro fueron, cómo ponerlo, menos que ideales. Al término de largos días, acompañando niños a aprender a vivir lejos de casa, a ser independientes y a llenarse de habilidades para disfrutar el aire libre. De día había clases de cocina, partidos de baloncesto, sesiones de canoa o escalada, luego durante esos largos atardeceres que llaman ‘evening’ eternas fogatas. Jornadas laborales de más de 12 horas, con niños, en otro idioma. Así y todo en cama lograba leer varios capítulos de un tión.
Un libro rápido, de conversaciones sencillas, con personajes simples. Hay giros en la historia y la narración es agradable, lo que facilitan estar allí sentado iluminando las p´áginas con una lámpara de cabeza. Pero, no es un libro que uno vaya a querer coleccionar, mucho menos uno ícono en su género, tampoco invita mayores reflexiones… Es un libro, agradable, fácil de leer. De esos libros que siempre necesitamos y muchos buscamos tener a la mano: para cerrar un día difícil, para sacar a la mente de las obsesiones del mañana, para matar un par de minutos antes que sea la hora de dormir, páginas para invitar el esquivo sueño. Un libro confiable, un libro de alcoba; tal vez ideal para quien no sea un lector asiduo; tal vez un libro para alguien que no quiere ser intimidado leyendo en una lengua que no domina. Un libro con esa calidez tipo Santiago Posteguillo. Un libro que no llegará a una lista memorable, pero un autor que se mantendrá como un bestseller. Pues, libros así son necesarios.
Bibliografía:
- The Evening and the Morning
- Ken Follet
- 2020
- Penguin Random House
- New York, USA
- 913 páginas
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